En el marco solemne de la Navidad el Papa Benedicto XVI hizo un dramático ruego a la humanidad para que renuncie a la violencia, en clara referencia a diversos conflictos que azotan al mundo a veces entre países, o entre grupos irreconciliables dentro de un mismo territorio y generalmente a causa de fanatismos nacionalistas, religiosos o políticos. Los dominicanos no escapamos a la gravedad de conductas que niegan paz a esta sociedad y que frecuentemente se traducen en hechos sistemáticos. Violentas son incluso las estructuras institucionalizadas cuando por obsolescencia o vicios seculares propician la permanencia de la injusticia social a través de la mala distribución del ingreso y de las oportunidades para superar la marginación.
República Dominicana padece además la violencia ejercida por una delincuencia que se expande y que deplorablemente a veces es perseguida por métodos policiales y judiciales que no se acogen a la gravedad y complejidad de ese mal. Es lógico que crezca en vez de reducirse. El país sufre también la violencia que se deriva de un agresivo y poderoso crimen organizado con sellos del Narcotráfico, con sicarios que cada día se lanzan a las calles con un nuevo desafío a la ley. Este flagelo debe recibir una respuesta unida de autoridades y ciudadanos. Se trata de una fuerza del mal que trafica, mata y corrompe. Tenemos que detener su avance.
Montes Arache sirvió a la Patria
Ayer la Sociedad Dominicana dio el último adiós al vicealmirante Manuel Ramón Montes Arache, un marinero y soldado que con sus acciones escribió su nombre para siempre en páginas excelsas de la historia reciente. Tras el ignominioso golpe de Estado de 1963, que tronchó la democracia que surgía tras haberse liberado este país de la dictadura trujillista, los militares de vergüenza y honor estaban llamados a levantar una bandera de dignidad, lo que dio pie a la revuelta constitucionalista de abril de 1965. Allí estuvieron, dispuestos al sacrificio, Montes Arache y sus hombres rana.
No había otra forma de lavar la culpa de cuarteles que se mancharon violando la constitucionalidad. Una conjura de civiles y militares contó con hombres de las estirpes de Caamaño Deñó, Fernández Domínguez, Montes Arache y muchos otros que dijeron presente. Perenne agradecimiento para ellos. Paz a los restos de Montes Arache.