Felicidad, el cerebro, fin del año

Felicidad, el cerebro, fin del año

Como reflexiones del final de año, conversemos de la “felicidad humana”, la felicidad, es parte esencial de la vida, por igual, el sentirnos satisfechos, el bienestar que sentimos cada día y nuestra personalidad. Muchas veces soñamos con utopías y al paso de los años aprendemos que esas ilusiones casan mal con una realidad que nos incumple.

Todos tenemos un poco del egoísmo humano, pero si no somos capaces de dar el giro osado y sorprendernos nosotros mismos de que sea eficaz, como eso de ser felices con nuestra  propia realidad, sea cual fuere, no seremos felices nunca, malgastaremos nuestras existencias en la búsqueda errada de esa -felicidad- que la tenemos muy cerca, dentro de nosotros.

Esas emociones positivas o negativas, si las teñimos con los revuelcos de la modernidad materialista, y no empleamos una gran inteligencia social y emocional, contra esa desestabilizadora turbación de lo triste, material y vacío, que nos impedirán invariablemente lograr el bienestar interior. Si logramos vencerlos,  derivará de manera lógica en una forma de vivir muy felices, con una triunfante convivencia social.

El camino de la plena felicidad individual es poco convencional, algo así como una historieta,  pues necesitamos de compromisos existenciales verdaderamente juiciosos, muy, pero muy particulares, en donde a cada uno nos toca el decidir si seguimos por los caminos consabidos, o si por el contrario logramos ser cada vez más comprensivos, espirituales y bondadosos, en este tránsito que es la vida. Luchemos siempre por ser el rey y no el arlequín del reino, en esta fábula por demás finita. Cada ser humano es exclusivo, tenemos herencias, destinos y vivencias totalmente diferentes, las personalidades van desde extrovertidas hasta neuróticas, pero  sabiduría, humildad y optimismo, deben acompañarlas.

Por practicidad, definiríamos la personalidad como: individualidad consciente, carácter personal y original, de acuerdo al Larousse. Eso nos lleva a reconocer, que participan las variabilidades: genéticas, estructurales y bioquímicas, por lo que es lógico esperar que  sean muy diversos los temperamentos, las motivaciones y todas las funciones psicológicas. La gran dificultad de las neurociencias es cuando se va a valorar la felicidad como elemento “medible”, donde propiedades endocrinas, anatómicas, nerviosas, corticales y motivacionales participan, existiendo tantas disparidades como humanos hay sobre este planeta. Pero en ciencias, debemos ser objetivos para entendernos, sí, eso es válido, pero qué es lo “normal”, qué es, o cómo se define -la felicidad-, tengo mí particular definición. Para resumir, debemos permitir a cada lector su propio aserto.

Para algunos,  la vida resulta una amarga carga, mientras que para otros es de una alegría embriagadora como la que da el champán. Donde inteligencia, personalidad, motivaciones, y nuestros valores, son elementos principales que participan en esa ansiada –felicidad-. En el cerebro, en el aspecto orgánico participan en procura de ese bienestar: la corteza cerebral, principalmente la frontal, las amígdalas, el hipocampo, la ínsula, y una reciente área descubierta en la profundidad del lóbulo temporal, el área de la “compensación”, que se activa cuando sentimos algún placer, de la naturaleza que fuere. Placer no significa necesariamente felicidad, pero ambas activan de manera substancial esta área cerebral de la gratificación. Mediado todo por neurotransmisores y hormonas que guardan relación con su funcionamiento, donde la Dopamina y la Oxitocina son las principales. Brindemos este fin de año por esa ambicionada “felicidad”.    

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