Cielo naranja
2010, ¿De qué cultura es que hablamos?

Cielo naranja<BR data-src=https://hoy.com.do/wp-content/uploads/2009/12/83309165-B7F0-4BC3-963A-C2C348F30A8A.jpeg?x22434 decoding=async data-eio-rwidth=448 data-eio-rheight=390><noscript><img
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Lo repito una vez más: es  cuesta arriba en nuestro país el pensar y decir simultáneamente. Para la expresión del pensamiento hay muchas barreras: los puestos laborales, las amistades, los favores, lo que viene. Lo digo una vez más: la Secretaría de Cultura no anda bien. En el 2009 se han condensado cantidad de prácticas que no conducen a resultados  positivos, incluyendo como postre actos que ni siquiera en los países más desarrollados se siguen practicando, a menos que sea en la Bienal de Venecia o en la Dokumenta de Kassel. Verbigracia: alquilar una avioneta y lanzar poemas impresos sobre el área de la Universidad Autónoma. Curioso que no haya medios para financiar proyectos como el Cielonaranja, pero sí para gastarlos en un accionismo que sólo correría paralelo a la construcción del Faro a Colón.

La Cultura no anda bien. Pongo ejemplos: la Feria Internacional del Libro es una de las más costosas en América Latina, sin embargo, la literatura dominicana, salvo en coediciones de muy poco rigor, no se exporta. Ni los libros de nuestros autores se dan a conocer, mucho menos sus autores significativos. Entre Cultura y Relaciones Exteriores no hay coordinación. Ciertamente hay un costoso programa para que algunos de nuestros intelectuales se desplacen a las grandes capitales del mundo para explicar esto y aquello, pero ni antes ni después hay continuidad ni seguimiento. Y aquí vienen dos palabras esenciales: hay que ser continuos en el trabajo y los objetivos, hay que ver lo que acontece en el proceso, hay que dejar de oír por un instante al coro de los empleados para cederle la voz a los que no están en el barco o la yipeta.

Si comprendemos la Cultura con la viejísima acepción antropológica –como conjunto de bienes espirituales y materiales-, la pregunta lógica sería en torno a los contenidos de la “cultura dominicana”. Hay conceptos y expresiones bien familiares pero que no conducen a nada. Podemos hablar de las “raíces”, pero, ¿y las ramas? Podremos poner “la bandera en alto”, pero, ¿y la discusión en el mundo sobre la “sociedad multicultural”? Celebraremos nuestras glorias nacionales, desde  la india Anacaona hasta Martha Heredia, pero, ¿acabaremos siempre en una metáfora del grandísimo y más que cervantino maestro Osvaldo Cepeda, oh loor a nuestras glorias?

En Cultura se ha perdido la capacidad de convocar y conversar. Hemos entrando a un mundo donde hay más síes que “déjame pensar”. En el extranjero, sólo nos salvan Sammy Sosa y Juan Luis Guerra. Pero, ¿y en el “dentro” del país? ¿Dónde están aquellos valores que aquí se acrisolan, esta cotidianidad tan explosiva frente al semáforo, o en las noches o a fin de mes?

Los viejos temas siguen siendo los nuevos temas: todavía no entramos de lleno al Cervantes Digital, se gasta más en el cemento de las bibliotecas que en sus libros, la gran escultura dominicana –“Uno de tantos”- todavía no aparece, y yo me sigo preguntando, ¿de cuál Cultura es que hablamos?

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