Coctelera

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Maginito, vaya a la Feria Internacional del Libro. Compre aunque sea un librito de Corín Tellado, pero lea, lea un chin, que en esta vida no todo debe ser hablar pendejadas. ¿Entendido?…

Ayer, viejo sinvergüenza, no eran dos ni tres los ciudadanos y ciudadanas que decían que la pista dominicana se calentaba. En realidad, ésta nunca se ha enfriado. Lo que pasa es que a veces se siente tibia, pero friita, jamás. Y parece que es verdad que la temperatura sube un poquitín, pues la aparente pasividad gubernamental envalentona a gente que debería estar tranquilita mientras se organiza…

Se lee el título en la edición de ayer de El Nacional: «Desmantelan banda FAD-PN/EN y M. de G.». Bien, querido viejo, nuestras felicitaciones efusivas a los bomberos y a los boy-scouts por carecer de representantes en esa banda…

El presidente Leonel Fernández tiene que darse cuenta que es cierto eso de «palo si bogas, palo si no bogas». Cuando falleció Su Santidad Juan Pablo II, el jefe del Estado fue muy criticado por no asistir a un oficio religioso en la Catedral. Nunca se trató de investigar la causa de la ausencia. Pero ahora, cuando el mandatario, según anuncios, se decide viajar a Roma para estar presente en la entronización del nuevo Santa Padre, el venidero domingo, le dan tolete por todos lados. O lo mejor, querido viejo, el jefe del Estado trata de compensar públicamente su ausencia en la Catedral con su presencia en la Plaza de San Pedro. Naturalmente, hay que apuntar que el presidente Fernández auspició un oficio religioso en la Capilla del Palacio Nacional, en recordación de Juan Pablo II, oficio que estuvo a cargo del Nuncio Timothy Broglio y después viajó a Higüey para estar presente en la misa organizada por los obispos de todo el país. Su esposa viajó a Roma y asistió al sepelio del Papa. De todos modos, Maginito, más me hubiera gustado que Leonel se quedará aquí, pues en estos días, para lidiar con cierta gente, se necesita el cambio de velocidad de Pedro Martínez y el tórrido bateo de Manuel Ramírez…

Creíamos que nos habíamos librado de Velazquito. Pero ayer, el flamante embajador en Chile usó el teléfono internacional y sus primeras palabras, a lo Arturo Industrioso, fueron «llegué bien». Velazquito entregará hoy la copia de sus cartas credenciales a la Cancillería de Chile y luego esperará que le fijen la fecha para entregar los originales de esas cartas al presidente Lagos. El inquieto muchacho está de los más contento y dice que todas sus gestiones se han facilitado mucho «pues represento un gobierno respetado y que respeta sus compromisos internacionales». Bien, Maginito, ojalá Velazquito no destine un porcentaje de su dotación para cubrir llamadas telefónicas…

¿Que el país se estremecerá cuando conozca los resultados de la auditoría que se realiza en la Suprema Corte de Justicia, es decir, en la construcción y decorado del palacete ese? Mire, Maginito, alguien debe decirle al locuaz presidente de la Cámara de Cuentas que este país ha visto tantas cosas que no se estremece ya ni con huracanes ni terremotos, mucho menos con una auditoría que no dirá nada de lo que ya todo el mundo sabe. De todos modos, importa que la ciudadanía conozca la dichosa auditoría así como también las 110 que una vez dijo el presidente de la Cámara que tenía en su poder o que se realizaban. El presidente del organismo, por su parte, le metió un torpedo al procurador general de la República, cuando le reclamó rendir cuentas ante las auditorías que se le han entregado y que, al parecer, hablan alguito de corrupción. También le metió su misilito al fiscal local cuando habló de que se han perdido páginas del expediente del Plan Renove, lo que ha permitido excluir del mismo a gente que no se conoce ya. Y, finalmente, después que todo se audite, conveniente es que la propia Cámara de Cuentas contrate jureles para que la auditen a ella misma…

¿Que en el gobierno no hay espacio para enriquecerse? ¿Qué pasó ahí? ¿Ya están ocupados todos los espacios?…

El director de Migración habla de como se incrementó la migración ilegal haitiana en la administración anterior. Cierto que los haitianos entraban como Pedro por su casa. Pero no es justo, Maginito, que se culpe a la administración de Hipólito Mejía por el desorden con la migración ilegal procedente del vecino país. Mire, viejo verde, puede que ahora mismo se hagan esfuerzos por frenar esa migración, pero desde que al dictador Rafael L. Trujillo le rompieron el silibín en la noche del 30 de mayo de 1961, los haitianos entran cuando quieren, con la anuencia o la indiferencia gubernamental y la complicidad del sector privado que usa a los vecinos que huyen de la miseria en su propio país. Con Trujillo la cosa era distinta, pues ésta tenía los juegos muy pesados. Pero su propia guardia, tan ´recta´ en una época, inició la vagabundería en la frontera y desde entonces, a luchar, soldados valientes. El gobierno de Mejía, Maginito, incurrió en suficientes disparates para añadirle, también, el problema haitiano, que no creó.

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