El Tianxia. ¿Qué es?

El Tianxia. ¿Qué es?

Mukien Adriana Sang

En un mundo posible común, los seres humanos han creado una multiplicidad de vidas posibles. La existencia de lo uno y lo múltiple generada por el ser humano, repleta de conflictos y contradicciones, constituye el destino de la humanidad y plantea cuestiones que los seres humanos necesitan resolver por sí mismos. (…) El despertar de la conciencia humana se produjo con la apertura de las posibilidades. (…) El momento en que la humanidad trascendió lo necesario para dar lugar a lo posible se debe a la invención, por parte de la propia humanidad, de esa prodigiosa palabra que es la negación.” Zhao Tingyang,


Movida por mis ancestros y mi propia identidad, desde hace más de 20 años he estado leyendo sobre filosofía china; y, desde hace casi una década, me he dedicado a estudiar la migración china en República Dominicana y el Caribe; la presencia china en lo que ahora se denomina circuncaribe, pero también sobre el desarrollo de la República Popular China y su impacto en la geopolítica mundial.


Aprovechando mi estancia en Madrid, fui a la Casa del Libro para ver las novedades. Fui un momento inolvidable, porque repasé lo que se había publicado en historia, y luego me dirigí hacia el lugar donde estaban los libros que hablaban sobre China. Encontré muchas obras. Compré una buena cantidad, pues, aunque tuviera que pagar sobrepeso, no quería perder la oportunidad.


Una de las obras que compré, y que más me llamó la atención fue “Tianxia: una filosofía para la gobernanza global” , autoría de Zhao Tingyang, un acreditado filósofo chino, que se ha vuelto famoso en el mundo occidental con la modernización del antiguo concepto chino, que data de la dinastía Zhou.


Tingyang nació en el año 1961 en Provincia de Cantón, China. Realizó sus estudios universitarios en la Universidad Renminen China y hace pocos años fue honrado con su ingreso como miembro de número a la Academia de Ciencias Sociales de su país. Estudioso de la filosofía, en sus trabajos y sobre todo en su pensamiento se nota la influencia de Confucio y Lao-Tsé, pero además, una gran formación sobre la filosofía política occidental desde Thomas Hobbes, pasando por Locke,
Rousseau y todos los enciclopedistas, hasta llegar a pensadores occidentales del siglo XX y XXI.
¿Qué es el Tianxia? Se preguntarán todos, como me pregunté yo cuando vi en los anaqueles la obra. Tingyang tomo un concepto antiguo, pleno de significados, como lo es todo en la cultura china, y lo convierte en una propuesta de política mundial.


El sistema de Tianxia nació bajo la dinastía Zhou (siglo XI al 256 a.C). Dice el autor: “el sistema de Tianxia de la dinastía Zhou abrió el paso a una línea de pensamiento político cuyo punto de partida era el mundo.” (P. 17). Reconoce el autor que la historia dinástica de China, desde el inicio de los tiempos se caracterizó por las guerras y los enfrentamientos. La unificación y pacificación eran prácticamente utopías que hicieron realidad un pequeño estado dinástico: “Había inquietud entre la población y eran frecuentes las revueltas, por lo que era necesario pacificar varios frentes.

Por esta razón, el poder dinástico del pequeño Estado de Zhou, ahora al frente de numerosos Estados, se encontró ante sí con un problema político que parecía ir contra el orden natural de las cosas y para el cual no existían precedentes históricos: cómo hacer que el pequeño gobierne al grande y, al mismo tiempo, que uno solo gobierne a muchos.”

(P.23)
Señala el autor que los Zhou lograron la unificación, sometiendo para ello a los Shang, a través de la adhesión que suscita la rectitud y el sentido de justicia con el que gobernaban, proyectando una imagen de moralidad que era un escudo funcional contra la guerra. Asegura el intelectual chino que a la Dinastía Zhou solo le quedaba una opción: olvidar el enfrentamiento y definir un modelo gubernamental fundamentado en los alicientes del propio sistema, “sustituyendo el poderío militar por las ventajas del sistema y la hegemonía por los beneficios de la cooperación.” (P. 24).


Como lección histórica que nos deja como legado la Dinastía Zhou, dice el autor, es que el éxito o el fracaso de un sistema mundial residen en que los beneficios sean mayores para los Estados que una posible confrontación. “Es decir, para los numerosos países, los beneficios de unirse a ese sistema mundial deberían ser mayores que los beneficios de no hacerlo, de lo contrario, nadie reconocería el sistema (…).

Puede decirse que la excepcional coyuntura histórica en la que se presentaron los Zhou planteó de manera sutil un profundo problema político: el orden mundial se convierte en una condición de vida o muerte para los Estados, y el gobierno del mundo deviene la premisa para el gobierno de un Estado. Así, la política mundial adquiere prevalencia sobre la política estatal. He aquí el problema de la interiorización del mundo o lo que es lo mismo, el problema de cómo construir el Tianxia.” (P-25).


En la Dinastía Zhou el Tianxia se concibió como una red que comprendía un gran número entidades políticas, supeditadas una de otra. Cada Estado se autogobernaba, pero se regía a un orden global, manteniendo con el Estado Principal una relación de interdependencia en la que los Estados supeditados también aceptaban su tutela. “Por ello, los Zhou consideraban que el Hijo del Cielo debía necesariamente mostrar su virtud hacia la población buscando la felicidad del pueblo y que tal mérito constituía la evidencia del Mandato Celeste.” (P. 29).

Lamentando que el espacio se agotó, seguimos en la entrega siguiente. Hasta la próxima.

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