Dos economías en una isla

Dos economías en una isla

Cuando la corona española prohibió a Santo Domingo exportar azúcar en el 1580, se inició el proceso de pérdida de los territorios que hoy ocupa Haití, también de la división económica entre las partes francesa y española de la Isla que con el tiempo se acentúa. La restricción, que incluyó la importación de productos procedentes de España, provocó que por los pocos bienes que llegaban los pobladores tuvieran que pagar sobre-precio, escasez aprovechada por especuladores privilegiados por las autoridades locales españolas para acumular fortuna. La política comercial restrictiva fue la base del crecimiento de la economía de la parte francesa de la Isla, hasta convertirse en la más próspera de América, por muchos años la fuente de ingreso más importante que tuvo Francia en ultramar.

Mientras eso sucedía en el Oeste de la Hispaniola, donde se aplicó una política de cero restricciones al comercio exterior y a las actividades productivas, Santo Domingo español se empobrecía hasta el extremo. En aquella oportunidad la coyuntura favoreció a Saint Domingue, el comercio creció con las transacciones permitidas con Francia, Holanda e Inglaterra, proceso iniciado en el siglo XVI. A diferencia de lo que sucedía con España y su colonia, el gobierno de Francia, a finales del siglo XVII, incentivó a sus súbditos a comercializar azúcar con los ingleses, quienes dominaban el mercado del dulce. El hundimiento de la economía del Este fue prolongado en el tiempo, lo confirma el profesor doctor Antonio Gutiérrez Escudero, cuando refiere que en los primeros cincuenta años del siglo XVIII, sólo 819 embarcaciones arribaron al puerto de Santo Domingo, con productos que se vendieron a sobreprecio (Ver su libro Población y Economía en Santo Domingo, 1700-1746. Sevila, 1985, p. 212).

Como vida económica de los pobladores del Santo Domingo español estaba en su nivel más bajo, los mismos barcos se llevaban los pocos Situados que como remesa llegaban a la colonia para pagar de manera exclusiva la burocracia española, y a 150 soldados que se encargaban del resguardo de la Isla desde las devastaciones de 1606.

Lo que quiero dejar sentado es que la población de Santo Domingo español pudo sobrevivir, principalmente durante los siglos XVII y XVIII, gracia sal apoyo que tuvo del Oeste de la Isla, porque le creciente déficit entre el consumo y la producción legal en la colonia española, fue cubierto con el comercio que se desarrolló entre las dos partes. Es el momento de repasar la historia, para aplicar en Haití una política de apertura y de entusiasmo como la que existían en los siglos esplendor económico. El terremoto no tiene culpa de la miseria en ese país, debe verse como una advertencia para que se busque una solución definitiva al problema, por lo que los gobiernos dominicano, Español, de Francia y de los Estados Unidos, principalmente, deberían coordinar un programa de empleos masivos de diez años, para aprovechar la destreza de los trabajadores haitianos en el sector de la construcción de manera específica.

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