Mis Buenos Días
Morir sí, pero ¿cómo?

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RAFAEL MOLINA MORILLO
Todos sabemos y aceptamos que algún día hemos de morir. Siendo así, ¿qué importancia tiene saber en qué forma se producirá en nosotros ese inexorable y fatal destino?
Entre los que sí le atribuyen importancia a la lúgubre cuestión, se encuentra el ex dictador de Irak, Sadam Hussein, quien ha suplicado que si es condenado a muerte, la pena no sea ejecutada en la horca, sino frente al pelotón de fusilamiento. Según él, la horca es para los criminales vulgares, mientras que el fusilamiento es más propio para un militar que se respeta.

Usted, amigo lector o lectora: ¿qué opina?

Recuerdo haber leído un cuento (he olvidado el nombre de su autor), en el que el personaje central decidió quitarse la vida, pero ningún método para suicidarse le parecía adecuado. Lanzarse desde la altura de un puente era inadecuado porque al final terminaría en un sucio charco de sangre; cortarse las venas le produciría mucha angustia mientras se desangraba; ingerir un veneno, poco original; volarse la tapa de los sesos con un arma de fuego sería doloroso para sus familiares…  y así por el estilo, fue descartando todos los procedimientos para poner fin a su vida. Finalmente, decidió seguir viviendo.

La cuestión sigue planteada, y no ofrezco solución porque no pienso morir voluntariamente, y no tengo control sobre lo que me depara el destino. Para lo que sí hay que estar preparado, es para aceptar la visita de la parca impía cuando ella decida venir. Total, el único que no se da cuenta de que murió, es el fallecido. A menos que entremos en consideraciones religiosas, terreno en el cual no me meto, porque eso es privativo de cada uno y eso hay que respetarlo.

(r.molina@verizon.net.do)

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