Divertimento en el inmovilismo

Divertimento en el inmovilismo

CÉSAR PÉREZ
El factor Peña Gómez catapultó al Partido de la Liberación Dominicana, PLD, hacia su primer gobierno; el factor  Hipólito Mejía determinó el presente.

La esencia de esos dos factores han sido diferentes, pero los resultados de sus impactos han sido iguales: gobiernos que han surgido más por el voto contra que por la oferta del partido y el candidato vencedores, por lo cual en ninguno de los dos casos parece que se prepararon para gobernar y eso explicaría el inmovilismo en que han discurrido estas administraciones.

El hecho de haber accedido al poder sin un proyecto de sociedad y la dificultad de delinearlo una vez en su ejercicio, se convierte en factor determinante de las frecuentes discusiones públicas entre algunos altos funcionarios del Gobierno y que éstos lleven a cabo iniciativas que se solapan o contraponen las unas contra las otras, por lo cual se crea la sensación de un Gobierno que no es tal, sino que se expresa sólo en contadas iniciativas. Se podría decir que ese gusto por gobernar en estado de inmovilismo, sin que nada cambie, es consustancial a la naturaleza tanto del Presidente como de los intereses de los sectores más beneficiados de esa circunstancia.

Ello estaría evidenciando una de las más graves expresiones de la crisis moral e ideal porque atraviesa la sociedad dominicana: la inexistencia de un liderazgo político, económico y social que pueda crear en la población la sensación de una conducción del país con reglas y con certidumbre de cara al futuro.

Por eso, no debe sorprender que a pesar de que el PLD acaba de ganar unas elecciones congresionales y municipales de manera aplastante, su Gobierno haciendo caso omiso a los grandes temas nacionales que debe enfrentar y sin plantear ninguna iniciativa que alrededor de los mismos se supone debe llevar en esas dos instancias de los poderes del Estado, se limita a anunciar una intención de reforma constitucional en base a consultas, que  además  de impertinente, no la plantea a través de una Constituyente, como dijo el Presidente que haría en su programa de gobierno cuando entonces era candidato a ese cargo.

Esta aparente incoherencia no es más que otra expresión de ese gusto por los gestos y práctica de la política intrascendente del Presidente y de algunos de sus epígonos, una reiteración de la práctica de gobernar en medio de la inacción, sin plantear sus propuestas de solución de fondo los grandes temas y sólo tomar en cuenta lo que dicen y quieren los poderes fácticos, económicos y eclesiales, sobre cosas puntuales.

Las nuevas demandas y conquistas sociales, sobre todo las referidas a la construcción de la ciudadanía, a la inclusión social, a la calidad de vida, a un sano hábitat natural y/o construido, a la transparencia y participación, no necesariamente se cristalizan porque se consignen en una Constitución, sino por la capacidad que tenga un sistema de garantizar sus prácticas.

Muchos de los derechos al trabajo, a la vivienda, a la educación y a la seguridad están consignados en la Constitución y diariamente se publican datos en diversos medios que dan cuenta de la inobservancia de esos derechos.

En tal sentido, si el Gobierno pone en tensión al país político y social en un proceso de reforma constitucional, con la metodología de la consulta, centraría la discusión en ese tema y no en aquellos fundamentales a los cuales ha sido incapaz de dar respuesta, entre otros, los de la seguridad ciudadana, un tema nacional por el impacto negativo que tiene sobre el turismo, la electricidad, el CAFTA, la migración haitiana, la seguridad y la política social, etc. De igual manera, el Gobierno y su partido estarán muy ocupados por el nuevo escenario que se presenta en las relaciones de poder en el ámbito municipal. Se vislumbra un infecundo laborantismo por el control de la Liga Municipal Dominicana, sólo porque ésta es una fuente de empleos, de lucha en la Federación Dominicana de Municipios, debido a la nueva correlación de fuerzas en esa entidad, amén de las tensiones entre miembros y facciones del PLD por los puestos en los ayuntamientos que ahora controlarán.

Desafortunadamente para el país, a pesar del entusiasmo por el arrollador triunfo electoral recientemente obtenido y la buena intención de cambio que puede identificarse en algunos dirigentes del PLD, todo indica que su Gobierno inicia su segunda mitad bajo el signo de la inacción y de la incertidumbre en vastos sectores de la sociedad dominicana. Así discurrió tanto su primer Gobierno, como la primera parte del presente.

Si de nuevo tienen el poder, reitero, lo obtuvieron por el factor Hipólito. Habrá que ver cuál será el factor que determinará su continuación en el poder en el 2008. Parece que esta vez la apuesta es a la “revolución democrática”, que se resume en la “consulta” para la reforma constitucional, el control del Congreso (a pesar de sus subjúdices y tránsfugas), más las locuras del PRD.

Una sumatoria de factores que podría no ser suficiente para ganarse de nuevo la lotería.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas