Balaguer y los americanos

Balaguer y los americanos

POR R. VIDAL MARTÍNEZ
En la recién finalizada Feria del Libro, fue galardonado el licenciado Bernardo Vega por su libro titulado “Cómo los Americanos Ayudaron a colocar a Balaguer en el Poder en 1966”. Creemos que la decisión del jurado fue correcta, ya que la labor realizada para revisar los archivos desclasificados del gobierno norteamericano, así como la investigación en las fuentes de la época merecían ser premiadas.

Sin embargo, nos ha llamado la atención, las declaraciones ofrecidas por el licenciado Vega al recibir el premio, cuando dijo lo siguiente: “Espero que los hechos narrados sirvan de referencia para que nunca se vuelvan a repetir “. Posteriormente, en un artículo publicado en el diario El Caribe tratando de justificar las vinculaciones de Juan Bosch y Peña Gómez con el señor Sacha Volman – agente del servicio secreto norteaméricano – el mismo autor concluye afirmando que si alguien estuvo vinculado con los servicios secretos americanos, éste sería más bien Balaguer y no Bosch o Peña Gómez..

Todo esto podría llevar a un lector poco informado o a jóvenes desconocedores de nuestra historia, a creer que el doctor Joaquín Balaguer, seis veces electo como Presidente de la República mediante el voto popular, fue en realidad un producto de la conveniencia de la política de los Estados Unidos, lo cual es absolutamente falso.

En efecto, el doctor Balaguer nunca fue “santo de la devoción de los americanos”. Su primera experiencia en ese sentido se presentó durante la intervención militar a nuestro país de 1916 a 1924, en la cual el joven Balaguer se destacó como uno de los más vehementes opositores a la permanencia de los americanos en nuestro territorio, siendo un abanderado de los sectores que propugnaban porque los americanos se fueran “pura y simplemente” de nuestra nación.

Su segunda experiencia con los americanos se produjo cuando después de muerto Trujillo y la salida de su hijo Ramfis, el presidente norteamericano John F. Kennedy lo conmina a abandonar el poder, proveyendo todo tipo de ayuda a la Unión Cívica Nacional para que provocara los incidentes que lo obligaron a salir del país hacia Puerto Rico, a un exilio injusto, después de haber sido el eje para desmontar la dictadura familiar de los Trujillo, los cuales hubieran permanecido en el poder durante algún tiempo si el doctor Balaguer no los hubiera enfrentado. Como ocurrió con la familia Somoza en Nicaragua y con los Duvalier en Haití.

La tercera frustración la recibió Balaguer en Puerto Rico, cuando los americanos y el gobernador Luis Muñoz Marín lo obligaron a salir de esa isla, bajo el pretexto de que estaba muy cerca de la República Dominicana, lo cual según ellos le hacía daño a la democracia dominicana.

Viaja entonces a Nueva Orleans y a Nueva York, donde el gobierno americano inicia un hostigamiento tenaz contra el doctor Balaguer, bajo diversas formas, inclusive haciéndole víctima de las intrigas de la política americana, cuando el hermano del presidente Kennedy, el procurador general Robert Kennedy trata de vincularlo a los hermanos Casini (Igor y Oleg), uno influyente periodista y cabildero de Trujillo, y otro modisto e íntimo amigo de Jackeline Kennedy, para así presionar a los amigos de la primera dama norteamericana, contando para eso con los archivos del Palacio Nacional dominicano que el Consejo de Estado abrió para que los americanos pudieran tener acceso a los pagos que hacía Trujillo a sus cabilderos de Washington.

Vivía el doctor Balaguer en el hotel Great Northern, en el corazón de Manhattan, en una humilde habitación, sufriendo los rigores del verano de New York, ya que ni siquiera tenía aire acondicionado. Estaba constantemente vigilado por los servicios de inteligencia , con su teléfono intervenido, y protegido únicamente por un pequeño revolver Colt calibre 38, el cual le fue robado de su habitación por agentes del FBI, para que quedara completamente desarmado. Cuando ese robo se produjo, el doctor Balaguer le confesó a quien esto narra, que él estaba a merced del hostigamiento del gobierno norteamericano y que no valía la pena procurar otra arma como le propusimos, y prefirió regalarnos la caja de municiones que tenía para su revólver, ya que sabía que se la volverían a sustraer si adquiría una nueva arma.

La presión del gobierno norteamericano contra el doctor Balaguer fue tan fuerte que algunos amigos llegaron a sugerirle que se trasladara a Europa, pero él se negó a ello porque no quería alejarse del país, y prefirió resistir los maltratos para poder seguir en contacto con la política dominicana. El gobierno americano inclusive prohibió al doctor Balaguer salir de los Estados Unidos hacia la República Dominicana, a pesar de que ya se habían producido elecciones que había ganado Juan Bosch, con el apoyo del doctor Balaguer, y no obstante que el nuevo gobierno había invitado a todos los dominicanos que habían salido del país por razones políticas a que regresaran cuando lo desearan.

El gobierno de Bosch fue derrocado en septiembre del 1963. A nuestro criterio, una de las razones que propició el golpe de estado contra Bosch fue su negativa a permitir el regreso del doctor Balaguer al país, ya que éste habría sido sin dudas una gran fuerza política comprometida con la democracia, que hubiera servido de equilibrio para impedir el golpe de estado que planificaban algunos de los dirigentes del partido Unión Cívica con el apoyo de otros grupos menores.

El presidente John F. Kennedy fue asesinado en noviembre de ese mismo año, y aunque su hermano Robert continuó en el gobierno del presidente Johnson durante un tiempo, la presión directa sobre el doctor Balaguer disminuyó. Pero entonces creció la animadversión del gobierno dominicano del Triunvirato contra el exiliado doctor Balaguer, y como el Triunvirato tenía el apoyo incondicional del gobierno americano, especialmente a través del cabildeo de Francisco Aguirre (Pancho), vinculado en Miami al Diario de las Américas, el doctor Balaguer continuó teniendo la oposición radical del gobierno norteamericano a sus actividades.

El Partido Reformista estaba en formación, pero aunque llenaba todas las condiciones para ser reconocido por la Junta Central Electoral, esta se negaba a aceptarlo bajo el alegato de que no podía reconocer un partido político presidido por el doctor Balaguer ya que éste era un reconocido trujillista cuyas actividades estaban formalmente prohibidas en el país. En esas circunstancias y con el consentimiento del doctor Balaguer se sometió a la Junta Central Electoral una nómina de fundadores del Partido Reformista presidida por el licenciado Francisco Augusto Lora, y en la cual no figuraba el nombre del doctor Balaguer en ninguna parte. La Junta Electoral presidida por Don Angel María Liz, se vio precisada a aceptar el reconocimiento del partido y es así como se funda legalmente el Partido Reformista. Después del partido haber sido reconocido legalmente, surgió la idea de que si el licenciado Lora renunciaba, sería posible elegir entonces al doctor Balaguer como presidente, y ya la Junta Electoral no podría volver atrás el reconocimiento. Esa fue una idea y decisión espontánea del licenciado Lora, y se planeó entonces hacer un acto en Puerto Rico para que el doctor Balaguer pudiera asistir y que muchos de los miembros del partido pudieran viajar a un lugar cercano como Puerto Rico, de manera que el partido realizara en el extranjero su primera actividad de masas con la asistencia de su líder. Balaguer fue electo en San Juan, Puerto Rico, presidente del partido y Augusto Lora primer vicepresidente.

En esa situación se produce la caída del Triunvirato, el inicio de una guerra civil entre los dominicanos, y una nueva intervención norteamericana en abril de 1965.

Con su madre enferma de muerte, el llamado Gobierno de Reconstrucción que controlaba todo el país salvo la parte colonial de la ciudad de Santo Domingo, autorizó la entrada del doctor Balaguer solamente para asistir a las últimas horas y al probable deceso de su madre. Esta autorización fue obtenida por el ingeniero Alejandro Zeller Cocco, quien era miembro del gobierno colegiado de Reconstrucción. Balaguer llegó al país desde Nueva York vía Puerto Rico y se instaló en su residencia situada en el número 25 de la calle Máximo Gómez, la cual había quedado ubicada dentro de lo que se llamaba la zona de seguridad, protegida por las fuerzas de la Organización de Estados Americanos (OEA), presididas por soldados americanos, ya que en dicho entorno se hallaban las principales embajadas extranjeras. Cuando la madre del doctor Balaguer mejoró milagrosamente con la presencia de su hijo, éste fue conminado a salir de nuevo del país en cumplimiento del plazo que se le había otorgado, a lo que Balaguer se negó, provocando inclusive que el ingeniero Zeller Cocco amenazara con suicidarse al sentirse responsable frente a sus compañeros del gobierno por la permanencia del doctor Balaguer.

En esa situación algunos amigos sugirieron que se solicitara a las fuerzas de la OEA protección para el doctor Balaguer, lo cual fue tajantemente rechazado por él. Tampoco es cierto que Balaguer considerara irse a la zona colonial bajo la supuesta protección de los militares y civiles que estaban confinados allí, ya que su casa era más segura por quedar fuera de la jurisdicción del gobierno de Reconstrucción que era quien reclamaba su salida.. La única defensa personal que se habilitó en aquel momento para el doctor Balaguer, consistió en dos ametralladoras que quien esto escribe suministró personalmente a Balaguer, una para el señor Juan Pichardo Castillo quien hacía guardia en la puerta del dormitorio del doctor Balaguer, y otra para el uso del mismo Balaguer, quien nos solicitó que le enseñáramos a operarla. Pichardo fue luego integrado a las fuerzas armadas cuando Balaguer asumió la presidencia, y resultó mutilado al abrir una carta bomba que elementos terroristas le enviaron cuando era comandante en San Francisco de Macorís.

La orden del gobierno de Reconstrucción Nacional de que Balaguer tenía que salir del país, y la rotunda negativa de éste, produjo una crisis que mantuvo a todas las partes en ascuas durante varios días. Como la residencia del doctor Balaguer estaba situada como hemos señalado en la llamada zona de seguridad bajo el control de las fuerzas de la OEA, el gobierno de Reconstrucción presidido por el general Antonio Imbert Barreras no podía ejercer ninguna medida de fuerza para obligar al doctor Balaguer a salir de la misma, pero Balaguer tampoco podía salir fuera de la referida zona sin exponerse a ser detenido y deportado por el gobierno. Ante esa conflictiva situación, el doctor Balaguer fue invitado por el general Antonio Imbert, presidente del gobierno de Reconstrucción y a quien se sindicaba como el principal oponente a la permanencia de Balaguer en el país, a una reunión que se efectuaría en la casa de un pariente del general de nombre Ramón Imbert (Moncho), ubicada en la misma calle Máximo Gómez, pero fuera de la zona de seguridad. El doctor Balaguer, dando de nuevo una prueba de su extraordinario valor, decidió concurrir a esa reunión sólo, acompañado únicamente por Francisco Augusto Lora y el ya mencionado Juan Pichardo Castillo. En esa reunión, contrariamente a lo que se pensaba, todo quedó resuelto, y se convino en que el doctor Balaguer podía permanecer en el país y dedicarse a la organización de su partido.

Las fuerzas de la OEA encabezadas por los Estados Unidos, crearon entonces el gobierno provisional presidido por Héctor García Godoy, disolvieron el gobierno de Reconstrucción y el llamado gobierno Constitucionalista, establecieron una Constitución que llamaron Acta Institucional, y convocaron a unas elecciones en las cuales podrían participar todos los partidos políticos que quisieran concurrir a las mismas, que era la vía propugnada por el Partido Reformista desde su fundación.

A esa altura el fracaso de los americanos era total. Habían fracasado con el Consejo de Estado, con la Unión Cívica Nacional, con Juan Bosch, con el Triunvirato, con la fórmula Guzmán (para llevar a Antonio Guzmán a la Presidencia por orden del presidente Johnson), con el gobierno de Reconstrucción Nacional, es decir, que todas las fórmulas ensayadas por los Estados Unidos para dirigir la política dominicana después del 30 de mayo de 1961, habían fracasado estrepitosamente. Ahora, bajo la presión internacional, no les quedaba más remedio que permitir la celebración de elecciones libres, en las cuales estaban muy mal parados porque se decidirían entre Juan Bosch con su confeso antiamericanismo y Joaquín Balaguer a quien venían ultrajando y obstaculizando desde hacía cuatro años. Evidentemente que ante ese dilema, los americanos se inclinaron hacia Joaquín Balaguer como el mal menor ante su fracaso.

¿Pero cómo apoyar a un candidato que no aceptaba intervención alguna en sus decisiones? No podía ser con el amparo del gobierno provisional presidido por García Godoy, ya que dicho gobierno se constituyó solamente con el beneplácito de las llamadas fuerzas constitucionalistas y por tanto estaba integrado prácticamente en su totalidad por miembros del PRD. Tampoco se podía favorecer a Balaguer con la Policía Nacional o las Fuerzas Armadas, ya que el país seguía militarmente intervenido por la OEA. No podían pretender la complicidad de la Junta Central Electoral, presidida por una persona insobornable como Angel Liz. De manera que la única ayuda que efectivamente facilitaron los americanos a Balaguer, fue el mantenimiento de un clima que permitiera la realización de una campaña política para llevar a todo el país su mensaje de paz, democracia y de una revolución sin sangre.

Ya en plena campaña electoral, el embajador de los Estados Unidos, William Tapley Bennett, quien había sido el principal responsable del apoyo americano al Triunvirato, y por tanto un permanente adversario del doctor Balaguer, decidió tratar de hacer las paces con él y lo invitó a un almuerzo para intercambiar opiniones sobre el proceso electoral. El doctor Balaguer como fue siempre su costumbre, oyó pacientemente las exposiciones del embajador, hasta que éste le reclamó que dejara de utilizar al general retirado Mélido Marte, como jefe de su escolta de campaña, en vista de las acusaciones de trujillista de que se sindicaba a dicho general. El doctor Balaguer, prescindiendo de su actitud receptiva que le caracterizaba, se incorporó y le dijo al embajador que él no permitía que nadie interviniera en sus asuntos personales y que el general Marte era un hombre de su confianza que permanecería al frente de su seguridad en los viajes que realizaba en todo el país. Así comenzaron los americanos a comprender la clase de relaciones de mutuo respeto que deberían tener con un gobernante como Balaguer.

La campaña electoral continuó, Balaguer viajando por todo el país exponiendo su programa de gobierno, y Juan Bosch atemorizado –con razón o sin ella– sin salir de su casa y realizando su campaña unicamente hablando diariamente por radio.

Las elecciones se realizaron el 1 de junio de 1966, y Balaguer superó a Juan Bosch por más de 200,000 votos , o sea más de 15 por ciento de la votación. Esta gran diferencia no era posible obtenerla a base del supuesto apoyo de los americanos, por el contrario, la embajada americana estuvo hasta el día antes de las elecciones informando al presidente Johnson de la posibilidad de que Bosch ganara las elecciones.

De manera que hay que concluir diciendo que el doctor Balaguer llegó al poder en el año 1966 a pesar de los americanos. Balaguer, contrariamente a lo que sugiere el título del libro de Bernardo Vega, se impuso a los americanos y gobernó el país con mayor independencia de los Estados Unidos que cualquier otro gobierno de la historia pasada y presente de la República Dominicana. El título del libro del licenciado Vega sería más correcto si fuera: “Cómo Balaguer se impuso a los Americanos en 1966”.

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