Haití Chérie

Haití Chérie

Haití siempre ha sido para mí esa tierra desolada y polvorienta, -no tuve la dicha de conocer sus tiempos de abundante cosecha-, y en mis visitas sentía como si la misma hubiese sido abandonada por Dios, y como si sus habitantes se hubiesen cansado de suplicar a los dioses por mejor suerte y otras bienaventuranzas.

Nuevamente, desde el pasado 12 de enero, tiene mi querido Haití un episodio “triste y severo”, como el poema que Nicolás Guillén dedicó a su amigo el intelectual haitiano Jacques Roumain.

El pueblo haitiano por décadas ha permanecido de pie, con esa dignidad que solo ellos pueden exhibir esperando por tiempos mejores, esperando ese “sol” tan anhelado por sus poetas Jacques Stephen Alexis y Jacques Roumain, quienes perdieron en su juventud la vida por permanecer en su tierra, que era su alimento, su existencia… Porque la vida contada por ellos en sus poemas, en sus novelas, es la propia vida de estos intelectuales y gran parte del pueblo único, que no se rinde a pesar de las odiosas estadísticas de la nación más pobre del hemisferio occidental, como siempre son señalados, pero sin que tengan el reconocimiento de su tradición cultural y de su afianzada identidad; una identidad que no pueden mostrar otras dichosas naciones, cuyo seudo desarrollo es motivo de orgullo para muchos y muchas.

En este momento, esta tierra es de una dramática escenografía que nunca será olvidada por quienes han podido llegar a ofrecer su solidaridad “in situ”, por los que han visto las imágenes fotográficas dantescas y que producen  un cruel dolor o los que han pasado horas ante el televisor, cuya sensibilidad visual y emocional quedará afectada por siempre.

Te  quiero más  que   nunca “Haití  chérie”, y estoy feliz  porque tus hermanos dominicanos al fin asumen  que te  aman, y se lo dicen al mundo y se lo confiesan a ellos  mismos, como si de repente al sentir que te podían perder le  gritan al universo su angustia por mantenerte  a su lado.

Hoy  más  que  nunca quiero  renovar  mi  sueño, fortalecerlo de una nueva esperanza. Es un aire  perfumado de vetiver, el que se produce en tus tierras,   que  quiero  sentir  en cada esquina del dolor.

Gloria  a todos  tus  muertos  con  cuyas  almas ya estamos en el mañana.

La fuerza de tus  sueños se impondrá en la resurrección de tu  tierra.

En  ti confío para ver  a tu  pueblo unido en un convite de amor  edificando piedra  por  piedra, casa por casa, cuadra por  cuadra el  Haití pintado por tus  maestros. Tendremos huertos generosos en las alturas de  Kenskoff.

En los  jardines aterrazados  de las colinas de Puerto  Príncipe  vamos a plantar, a sembrar, a cosechar  los frutos del trabajo y de la  sabiduría de tus campesinos. Porque tú, Haití, sabes hacer maravillas con  tus manos y las queremos  todas  unidas en un enjambre de amor  y trabajo.

Estamos invitados  a  volver al paraíso  soñado por tus pintores y  muchos de tus hijos quieren ver campos florecidos y preñados de alimentos. Es el momento de volver a  surcar  con el  buey tu tierra y fortalecerla con semillas de vida.

Hoy  puedes más  que nunca  “Haiti  chérie” , porque  tu dolor le llega a  nuevas  generaciones  hermanas, limpias del pasado, generaciones de adolescentes dominicanos  en los  que creo  con  firmeza y que te descubren   con  amor  y solidaridad, viéndose  vecinos  escogidos por el destino  para estar vivos  y acompañarte en tu resurrección.

Con estas generaciones podemos  contar Haiti chérie,  ellas te ofrecen  aguas  de vida, en un gesto limpio y restaurador. Por eso  hoy, siento fuerza por ti  y para ti.

Tenemos  que seguir  trabajando con  la imagen de convivencia solidaria y  generosa  que los  Presidentes Préval  y Fernández  ofrecen al  mundo, construyendo  una  nueva  historia  de  reconstrucción  compartida. Vamos a reconstruir un  nuevo sueño insular sin  miedos, sin sombras, sin nacionalismos  patrioteros, sin rencores  de la historia, sin  cálculos de contrabandos ni amenazas de duelos.

Hoy, tenemos el camino  abierto  por  dos  presidentes  ciudadanos, nos toca seguir las  huellas…y fortalecer la obra.

Leonel  Fernández  ha   convocado  con  dignidad  democrática el  concierto de los  países amigos y René Préval  ha honrado con su presencia a la nación  haitiana.

Estamos frente  a una nueva era de negociaciones  y decisiones compartidas  frente al mundo, tenemos  que  guardar la imagen de los presidentes  de Haití y de República  Dominicana  defendiendo  una  bilateralidad   solidaria.

No entran en esta nueva  etapa, los encadenados  al pasado.

Estamos  frente a un futuro por construir entre dos  pueblos  hermanos que  tienen  que generar  nuevas  fuerzas de convivencia compartiendo  la  soberanía  y la especificidad política y cultural de cada nación.

La situación de hoy tiene que renovar el pensamiento  insular y borrar todos los malentendidos. Para lograrlo tenemos  que juntar todas las manos en y por Haití.

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