En la teoría de las ventanas rotas, marco de referencia para la intervención a favor de la seguridad ciudadana en Nueva York en los años 80 y 90, se muestra el peso que tiene la eficacia en la regulación y control del delito por los organismos encargados, así como de los gobiernos municipales y centrales en el establecimiento de un clima de seguridad ciudadana.
En el país en estos momentos se vive un ambiente de intranquilidad, dejadez y poca credibilidad en los organismos de control del delito y en la eficacia de los mismos, que a su vez genera inseguridad ciudadana por varios factores, entre los cuales tenemos:
– El aumento de la presencia pública del narcotráfico con crecientes escándalos de crímenes y penetración de cargamentos continuos de droga por tierra, aire y mar.
– La ineficacia de los organismos del Estado en su intervención contra personas involucradas al narcotráfico y al lavado de activos que han huido o se han escapado de sus manos en formas muy extrañas, casi inexplicables, jamás ocurre con los chiquitos o muchachos de los barrios, si intentan escapar se les acribilla a balazos.
– La complicidad de agentes de los organismos de seguridad del Estado con el narcotráfico.
– Falta de transparencia e imprecisión en la presentación de expedientes y datos que sustenten los mismos.
– Ausencia de aplicación de justicia en los casos de violaciones de los derechos humanos. En el país continuamente se violan los derechos humanos y no se encarcela a los violadores o se les da libertad bajo fianza como ocurre con efectivos policiales que asesinan a personas presas (caso supuestos secuestradores de Baldera Gómez).
Todos estos elementos provocan que la ciudadanía se sienta amenazada en su integridad.
Se está perdiendo la confianza y la credibilidad en las autoridades y se deteriora la seguridad ciudadana, en este país se puede hacer lo que sea, siempre y cuando tu estés bien pegaó.
Muchas personas comentan esta frase en salones de belleza y colmadones y otras como: aquí no hay gobierno No hay autoridad, uno no tiene a quién reclamar ni quien lo proteja.
La ciudadanía siente que los organismos del Estado no le ofrecen garantías de preservación de su integridad y de la paz social. El Poder Ejecutivo se muestra sordo, ciego y mudo, su presencia es casi invisible o indiferente, reproduciéndose la actitud del difunto expresidente Balaguer.
Se deben producir cambios en los distintos organismos de seguridad del Estado y en el estilo de gestión del gobierno. Un gobierno con un deterioro de su institucionalidad, que no genere credibilidad, confianza y seguridad ciudadana provoca quiebre de la gobernabilidad