Dando la vuelta al mundo en bicicleta

Dando la vuelta al mundo en bicicleta

Llevan dos años pedaleando, la mitad de Brasil, y según cuentan a EFE, la experiencia resulta enriquecedora.

La pareja que pedalea unida permanece unida. Eso debe pensar el matrimonio formado por Eneko Etxebarrieta (España) y Miyuki Okabe (Brasil), que recorre Brasil de punta a punta sobre dos ruedas, pedaleando en un tándem reclinado dentro de un viaje de vuelta al mundo.

Se conocieron en Curitiba, la localidad natal de Miyuki, de origen japonés, y tras un noviazgo breve, se casaron y se enrolaron en un viaje de diez años alrededor del planeta. Eneko, aventurero que ya cruzó muchos países en bicicleta, convenció a Miyuki para esta original y larga luna de miel.

Llevan dos años pedaleando, la mitad de Brasil, y según cuentan a EFE, la experiencia resulta enriquecedora.

Samba, bossanova, carnaval, alegría… son palabras que describen Brasil, un país de grandes contrastes sociales del que destacan el «calor» de sus gentes, siempre dispuestas a conversar y a abrir su casa al visitante, explica Eneko.

Los seguidores de la bicicleta son muchos en Brasil y el matrimonio está recibiendo una gran acogida por parte de asociaciones de este deporte, que les buscan alojamiento y les guían por las grandes ciudades para evitar sitios peligrosos.

Antes de iniciar una ruta, trazan un plan, pero están abiertos a improvisar y a apearse de la bici cuando encuentran a alguien interesante.

RELACIÓN CON EL MOVIMIENTO SIN TIERRA.

Así conocieron a Ana, una integrante del Movimiento Sin Tierra (MST), campesinos que luchan por la reforma agraria. Pedaleaban camino de Sao Paulo cuando se detuvieron para charlar con ella, apostada junto a la carretera.

Era un día feliz para Ana y sus compañeros de campamento. Después de años de lucha, un juez había legalizado su situación y reconocido el derecho de este colectivo a ser propietario de la tierra donde viven.

Su nueva amiga les invitó a dormir con su familia en una barraca de plástico, sin agua corriente ni electricidad.

«Al caer la noche, una pequeña lluvia caía sobre nuestras cabezas. No provenía del cielo sino del techo de la barraca. El vapor de las respiraciones y la humedad se condensaba y caía en forma de gotas frías de agua», recordó Eneko.

Los ciclistas contrastaban la humedad de estas construcciones con «el calor y la generosidad» de sus habitantes.

Muy cerca de este campamento se adentraron en Sao Paulo, «un monstruo de cemento» donde los atascos de tráfico son una constante diaria, relató Eneko.

Los paisajes paradisíacos les esperaban no lejos de allí. En el trayecto por la costa entre São Paulo y Río de Janeiro descubrieron la riqueza paisajística natural de Ilha Grande y la calidad de sus frutas.

Recorrer la costa de Brasil en bici bordeando tranquilas y doradas playas bajo la sombra de los cocoteros es uno de sus placeres. Entre las ciudades de Maceió y Recibe, en el noroeste brasileño, los chiringuitos especializados en marisco han sido una parada obligatoria.

Otro lugar que no olvidarán es Río de Janeiro. «Es probablemente la ciudad más hermosa del mundo, muy interesante en el aspecto cultural, artístico o deportivo pero, desgraciadamente, cuenta con un gran problema, la inseguridad», señaló Eneko.Un cartel informativo dirigido al turista agujereado por disparos de bala da muestra de ello. Siguiendo con su ruta llegaron a Salvador de Bahía, donde a Eneko le esperó una de las experiencias fotográficas más intensas de su vida, pese a que lleva 20 años retratando gente y paisajes. EFE/Reportajes

COLABORAN CON UNICEF

Guiados por Unicef, con quien colaboran, conocieron a un grupo de niños y jóvenes de la calle. «Son chicos y chicas que a sus 13 ó 14 años han vivido y enfrentado situaciones que muchos adultos ni tan siquiera podrían llegar a imaginar», recuerda.

Conocer la aventura de Eneko y Miyuki «supuso una pequeña revolución para ellos», ya que «pese a vivir en la calle y muchos de ellos no haber salido jamás de su ciudad, comprobaron que ellos también podían viajar en un transporte barato y simple, como la bicicleta», recordó Eneko.

Para el matrimonio aventurero fue una experiencia personal que no olvidarán.

«La nuestra es una búsqueda de entender lo que está pasando en el mundo. No queremos verlo por televisión sino vivirlo y que el vehículo sea una bicicleta», describió el joven.

La bicicleta en el que se desplazan por el mundo es parte de su filosofía del viaje. Es un medio ecológico y permite el contacto directo con la gente.

En Brasil la cambiaron.

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