Educar para la vida: base del desarrollo humano y transformación social

Educar para la vida: base del desarrollo humano y transformación social

En aquel pasado remoto, tan distinto que nos parece irreal, los profesionales dominicanos se contaban por decenas, hoy son miles, centenares que blanden títulos de posgrado, diplomados y maestrías en múltiples especialidades, conocimientos que en muchos desvaloriza la falta de vocación, fundida por el materialismo, el egocentrismo y hedonismo que deshumanizan el rostro de la sociedad dominicana.

Dulcifica la memoria el evocar la calidad humana de maestras y maestros consagrados, escasean entre docentes incompetentes empeñados en un menor puntaje para su evaluación, indolentes ante los graves efectos de las huelgas por un mayor salario.

Cada año surgen nuevos profesionales en disciplinas diversas y gran destreza tecnológica, muchos con un ejercicio exclusivamente impulsado hacia éxito material, otros que abandonan la carrera convertidos en políticos corruptos, a los que no importa el país, su gente, sino sus intereses personales o partidarios.

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Son hechura de una sociedad que precisa de una transformación impostergable, que reclama educar para la vida, aprender la valía del trabajo, de la honestidad y la solidaridad, formar generaciones menos individualistas, más críticas y pensantes, personas en las que el desarrollo humano, económico y social con inclusión sea un propósito inobjetable.

No sería posible con un sistema educativo nacional urgido de cambios profundos en calidad y objetivos, de innovaciones que se consignan en planes decenales pero no se aplican.

Más allá de lo cognitivo

Con alarmantes deficiencias, la educación se ha centrado en lo cognitivo, como si el hombre y la mujer fueran sólo intelecto, marginando dimensiones clave: la moral, cívica, emocional y afectiva.

Desde hace años, docentes dominicanos y de otras nacionalidades buscan nuevos rumbos, escuelas que sean agentes de cambio, que enseñen a conocer, hacer y convivir, a ser, lo que implica educar en valores, habilidades y actitudes con un pensamiento crítico y creativo.

Su objetivo trasciende la enseñanza de una profesión o un oficio, a la par con la formación académica, que se prioriza la investigación, transmite un código ético, un código de vida.

Existen corrientes didácticas y pedagógicas que propician la educación para la vida, un reto para el Estado, la familia, la escuela y sociedad, basada en metodologías aplicadas del grado inicial a la universidad, formando profesionales vinculados al sector productivo, conscientes de su responsabilidad social.

Un método centrado en un alumno y alumna que dejan de ser un ente pasivo que memoriza y repite lo escuchado o leído, por el contrario, piensa, analiza, opina, participa de forma activa en todo el proceso de aprendizaje.

Resistir presiones sociales

Educar para la vida no sólo persigue que el alumnado logre excelente dominio en lengua española, matemáticas, ciencia, idiomas. Indiscutiblemente importante, como lo es dotarlo de una sólida base en principios y valores éticos y morales que le ayude a desenvolverse en su entorno, a manejarse sin dejarse manipular, resistiendo los embates de influencias externas, de presiones sociales, del bombardeo de las redes y medios de comunicación tradicionales.

La construcción de la identidad de la persona tiene como tarea fundamental su desarrollo emocional, importante en toda la etapa educativa, sobre todo en la inicial. Se enfatiza todo cuanto le da autonomía, confianza, seguridad en sí mismo a través del autoconocimiento y la gestión de las emociones. Desarrolla la empatía, expresada en su comportamiento, en su relación con los demás.

Educar para la vida busca una formación integral, educar en el respeto al ser humano y a la naturaleza, educar para la convivencia pacífica.

Se trata de un proceso de aprendizaje que debe comenzar en el hogar, en la escuela, primer espacio público donde el niño y la niña actúan hasta convertirse en hombres y mujeres que asuman la responsabilidad de un hogar funcional y una activa vida ciudadana.

Perfil del docente

Este modelo educativo, en el que el profesor y la profesora deben ser el verdadero motor del cambio, exige un nuevo perfil docente, una manera distinta de concebir su práctica profesional, de interrelacionar a maestros y alumnos.

Plantea diseñar y desarrollar proyectos para la capacitación y actualización permanente de docentes y la promoción de la cultura en la comunidad.

En esta forma de entender la educación, el rol magisterial exige estar cerca del educando, acompañarlo en su aprendizaje. Asegurarse de que asimile el conocimiento e impulse el desarrollo de destrezas del pensamiento, analizar, evaluar, crear.

Esta metodología precisa de docentes que escuchan, sugieren, respetan, facilitan, proponen y promueven la solidaridad, la consciencia social. Maestros y maestras que en la formación del alumno y la alumna tengan como elemento esencial el desarrollo de un pensamiento propio que le permita construir una identidad real, que, sin dejar de ser lo es, sin transigir en sus principios, tenga la capacidad de adaptación, de flexibilidad en un mundo tan cambiante.

Un profesorado con el compromiso de enseñarles a convivir con la diversidad, afrontando los conflictos desde el diálogo, y ser capaces de asumir la responsabilidad de integrarse a la sociedad, de actuar sobre su entorno con espíritu crítico y una mirada ética.

Y llegue a ser una persona responsable, creativa, transformadora, que defienda la justicia y la paz social, consciente de la necesidad de trabajar por una sociedad con un auténtico desarrollo humano, económico y social.

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