QUÉ SE DICE

QUÉ SE DICE

 Órdenes superiores. Sueño con el día en el que los funcionarios  públicos  de este país no se sientan obligados a decir, cada vez que les toca referirse a las tareas propias de sus cargos, que actúan cumpliendo instrucciones expresas del Presidente de la República, aun se trate de la construcción de una humilde pero utilitaria letrina en la inhóspita zona fronteriza. Supongo que  nuestros politólogos tendrán  a mano la explicación a este fenómeno tan curioso como ridículo que muchos atribuirán a lo que ahora llaman hiperpresidencialismo, que bien podría  definirse como una previsible degeneración del nuevo caudillismo electoral latinoamericano que encarnan Hugo Chávez y Rafael Correa, pero lo cierto es que vengo escuchando esa cantaleta de parte de nuestros funcionarios desde que tengo uso se de razón, por lo que es mas probable que simplemente sea otra fatal herencia de la omnipresente dictadura que encabezó  Rafael Leónidas Trujillo, El Jefe, durante treinta largos años ¿Cómo es posible que un funcionario público bien pagado, plagado de privilegios y “beneficios marginales”, solo actúe cuando recibe órdenes superiores? Todo esto a propósito de las instrucciones impartidas por el presidente Danilo Medina a los responsables de cuatro instituciones del Estado (Obras Públicas,  Educación, la Contraloría General de la República y la Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado), con los que se reunió  de urgencia en el Palacio Nacional, de que agilicen la construcción  de las diez mil aulas que su gobierno se comprometió a construir y equipar para el inicio del año escolar 2013-2014.

Que nadie se sorprenda si después del jalón de oreja presidencial se allanan los obstáculos burocráticos y la dispersión de esfuerzos que trabaron   la construcción  de esas escuelas, pero lo deseable sería que el Presidente de la República no tuviera que emplear tiempo y energías    diciéndole a sus funcionarios lo que tienen que hacer.

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