¡Lo mató la dominicanidad!

¡Lo mató la dominicanidad!

La dominicanidad de este organismo colectivo en medio del cual vivimos, ha segado  una nueva vida útil, cual si la hubiese  arrancado de cuajo  con una guadaña.

Esta no es su primera ni será su última víctima, pero es una muy, muy dolorosa muerte porque se mató a un joven al comienzo de una esplendorosa vida. Su nombre era Paúl Corona Paredes, su edad sólo 22 abriles. Su inteligencia: un alto IQ.

Por lo que,  a pesar de su tierna edad, estaba a punto de graduarse como ingeniero civil en la UASD  y era, como tantos jóvenes de talento, una estrella de la computación. Para ayudar al exiguo presupuesto familiar de su madre, tenía un negocito de fotocopias y trabajos de digitación en las cercanías de la UASD.

 Como solía decirme el desaparecido periodista Mario Álvarez Dugan: “tú eres de buenos genes”. Así yo puedo afirmar que Paúl era también de muy buenos genes: su madre la conocida arquitecta ecuatoriana Grace Paredes, amante de la pintura culta. Su padre el abogado y luchador democrático Fernando Corona. Sus tíos el reputado cardiólogo Rudy Corona y el profesor de química de la UASD Rubén Corona, conocidos ambos, como también todos sus hermanos,  por haber sido luchadores contra el régimen de dictablanda de Joaquín Balaguer.

Como a esa edad los genes juveniles  dictan los tipos de sueños despiertos o ensoñaciones que se tienen (pero no los verdaderos sueños oníricos  ), Paúl quería ser piloto de la FAD, y para ello ingresó a ese cuerpo castrense en calidad de alistado.

¿Cuál “Dominicanidad” lo mató?

En el estricto sentido jurídico-político la dominicanidad vendría siendo el tener  la condición de ser ciudadano dominicano y por ello tener derecho a disfrutar de las prerrogativas que nos depara la Constitución de la República.

Pero hay una dominicanidad subterránea que es objeto del estudio de la etnología y que consiste en los hábitos mentales,  las costumbres culinarias, el tipo de religión que los pueblos practican, su actitud hacia las abstractas instituciones del Estado, las leyes y el respeto al derecho ajeno, etc.

Si hay un rasgo en la mentalidad de este organismo llamado pueblo dominicano que caracterice al 90% de la población, es su falta de conciencia legal,  su irrespeto a toda ley, ordenamiento, disposición normativa, etc.

Esa vertiente de la dominicanidad segó la vida del inocente, tímido y ejemplar jovencito Paúl Corona Paredes.  ¿cómo?

La ausencia de un conciencia legal como tradición y el arraigado irrespeto a toda normativa legal se observa y se mide a la vez en la indiferencia de las mal llamadas “autoridades” para castigar  las infracciones de las leyes que ellos mismos deberían aplicar y, al través del castigo, hacer respetar.

Dominicana es un paraíso de la impunidad y de la desidia oficiales.

No es la primera vez que prohíben el tránsito de patanas antes de la media noche en el Malecón ni es la primera vez que los pataneros asesinan personas de dentro y fuera de automóviles.

Recientemente se volvió a prohibir dicho tránsito   por el Malecón y los pataneros dijeron que primero había que matarlos antes de que ellos cambiaran de ruta.

A ellos no hubo que matarlos pero ellos sí mataron a Paúl.

Con la cama de la patana le golpearon su vehículo  por atrás y lo hicieron volcarse y estrellarse contra  un árbol.

Testigos oculares del accidente cuentan que el cuerpo de Paúl estuvo más de una hora tendido en el suelo y que ningún policía lo quiso levantar “ hata que no llegue el médico legita” y cuando horas después llegó el “legita” ya Paúl era cadáver.

Lamentemos todos que en Dominicana el proyecto deseado, soñado y reclamado tantas veces de una sociedad civilizada en sentido europeo haya resultado un proyecto fallido. Y ahora gritemos todos al unísono  y a pleno pulmón: ¡que viva la dominicanidad! 

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