«No nos resignemos» ni «perdamos la confianza», dice el papa Francisco en su primera liturgia de la vigilia pascual

«No nos resignemos» ni «perdamos la confianza», dice el papa Francisco en su primera liturgia de la vigilia pascual

CIUDAD DEL VATICANO, (AFP).- El papa argentino Francisco exhortó hoy en la homilía de la vigilia pascual que conmemora la resurrección de Cristo, que no podemos resignarnos ni perder la confianza ante las dificultades.

«No nos encerremos en nosotros mismos, no perdamos la confianza, nunca nos resignemos», exhortó el Papa en la homilía de esta liturgia de la luz, en un mensaje que bien puede aplicarse no sólo a la religión sino a cualquier dificultad que el ser humano encuentra en la vida, en particular, en épocas de crisis.

«Los problemas, las preocupaciones de la vida cotidiana tienden a que nos encerremos en nosotros mismos, en la tristeza, en la amargura» porque según el Papa, «es ahí donde está la muerte».

Para Francisco, elegido al frente de la Iglesia católica el pasado 13 de marzo para reemplazar al anciano y enfermo Benedicto XVI que decidió retirarse en una decisión sin precedentes, no podemos «cerrarnos a la novedad», porque ésta «transforma».

Hermosa ceremonia. Esta ceremonia, celebrada en el fastuoso marco de la basílica de San Pedro, denominada la liturgia de la luz, empezó a oscuras y el Papa y los sacerdotes vestidos de blanco.

Una vez encendido en el atrio de la basílica el cirio pascual, una gran vela que simboliza a Cristo resucitado, y que sirve para alumbrar las velas de los fieles, se inicia la procesión del Papa y sus ministros hasta el altar mayor, momento en que se encienden las luces del templo.

«Es la celebración más rica y quizá la más bella» de la Semana Santa, según el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi.

El Papa argentino ha querido que esta primera liturgia de la vigilia pascual que preside dure menos de lo que solía durar, unas tres horas, explicó Lombardi, ya que ha simplificado la lectura del Antiguo Testamento.

Una de tantas novedades a las que ya ha empezado a acostumbrar el primer jesuita que llega al trono de Pedro a sus fieles en sus dos semanas de papado.

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