La tragedia de España

La tragedia de España

Duele la tragedia sufrida por el pueblo español este 11 de marzo, y duele no sólo en España sino también en todo el mundo democrático. Si bien es verdad que se entiende el rencor de las naciones árabes y de la confesión islámica por la invasión y ocupación de Irak por tropas norteamericanas, inglesas y españolas, no menos cierto es que los ofendidos volcaron su rabia contra el país que más enérgicamente protestó contra la referida invasión.

Se dice, y no sin motivos, que el gobierno que dirige José María Aznar se comprometió demasiado con la política y los intereses anglo norteamericanos en el Medio Oriente, hasta el grado de que se considera históricamente, en lo que respecta a las cuotas de riesgo que arrastraba esta política, que España era y sigue siendo la tercera pata de la mesa construida por George W. Bush y Tony Blair. En consecuencia, no es descabellado pensar que el confeso responsable del terrorismo de las estaciones ferroviarias de Madrid haya sido dirigido contra el Partido Popular, que se enfrenta al Partido Socialista Obrero Español en las elecciones próximas a celebrarse.

Pone a pensar el por qué de la precipitación de los dirigentes del gobierno español, que sin investigación previa, arrojaron el fardo de la tragedia a la ETA, movimiento que lleva años recurriendo a un terrorismo selectivo en su propio territorio. La precipitación acusatoria ha despertado sospechas en varias partes del planeta, toda vez que ha sido enjuiciada como una desviación de la verdadera causa de la tragedia, cuyo punto central muchos vienen considerando como un castigo al presidente Aznar y a su alianza con EEUU y Gran Bretaña, países que solo le dejarían a España las migajas del banquete.

No tomo parte en la hipótesis, pero sí en la duda de que ETA, aunque terrorista, tenga responsabilidad en la muerte de civiles inocentes, incluyendo a gente trabajadora ajena a la guerra egoísta que degrada a la humanidad. La cinta con versos del Corán encontrada en los escombros de las explosiones, sumada al día 11 de este marzo trágico, son factores que tienen una significación cuya relevancia no puede desestimarse. ¿Quiso Al Quaeda vincular este 11 de Marzo con el amargo y triste 11 de Septiembre de las Torres Gemelas? Ambas fechas ennegrecen la conciencia humana, porque por legítima que sea la causa del terrorista para provocar pánico y horror, nada en la amplia escala de los valores propios de la convivencia civilizada justifica la muerte de los inocentes.

El torrente de sangre, en esta sorda guerra de intereses encontrados, debe detenerse ya. La bulimia insaciable de mayores ventajas materiales debe cesar cuanto antes, porque el bien del prójimo desvalido se aposenta en el espíritu de todas las confesiones religiosas. España llora sus muertos, y con España lloran también todos los hombres y mujeres que comparten este planeta, desquiciado desde tiempos inmemoriales por el odio.

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