ROSARIO TIFÁ
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¿Qué mujer rechaza exhibir una elegante lencería? Conocedora de lo presumidas que somos, creo que ninguna. Sin lugar a dudas, siempre será motivo de halago y lucir este tipo de pieza nos permitirá complacer nuestro ego.
Es fácil comprobar este acierto con solo echar un vistazo al pasado, cuando la mujer se deleitaba envuelta en elegantes batas de seda o raso para descansar o tomar el té con unas amigas.
Eran épocas en las que la mujer empezaba a preocuparse no solamente por ofrecer a su cuerpo abrigo e higiene personal, sino algo más íntimo, estético y seductor.
Es cuando deja a un lado esa horrorosa pieza interior de algodón que cubría el cuerpo entero hasta las rodillas y nace la lencería como cómplice para que la mujer comenzara a mimar su cuerpo.
El primer tejido en que se creó este tipo de lencería tan sensual fue la seda; luego surgieron las prendas en nylon y la lycra.
Las pijamas de dos piezas cortas y largas en tonos neutros fueron sustituidas con el tiempo por piezas más seductoras que se usan de acuerdo al gusto y a la edad.
Pero como la modernidad continuamente trae sorpresas, vemos cómo juegan en las gavetas del tocador prendas capaces de volver loco a cualquier mortal por su encantador y provocativo diseño.
Los conjuntos más reservados de pantalón capri y top están montado también en el carro de la modernidad desde finales del año pasado, diseñados de forma que la mujer pueda salir a la calle a efectuar una breve diligencia.
Estas piezas se pueden encontrar en diferentes colores, principalmente pasteles y en mezclas de estampados florales y geométricos. Los tops en algunos casos son los tonos lisos combinados con pantalones florales.