Colección de Arte
en Cámara Diputados  

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AMABLE LÓPEZ MELÉNDEZ
Muy pocas veces el gran impacto  estremece positivamente al medio cultural dominicano, especialmente el ámbito de las artes plásticas y visuales, sin embargo, parece que las cosas comienzan a cambiar.

 En esta ocasión, el registro de una señal esperanzadora es posible gracias a  la incontrastable iniciativa de la Cámara de Diputados  de dotar a esta instancia del Poder Legislativo de una colección permanente que muestre y demuestre el  carácter único, el alto grado de vitalidad y el potencial de trascendencia de nuestro arte moderno y contemporáneo.

Iniciado en noviembre del 2006, el programa que crea la Colección Permanente de Arte de la Cámara de Diputados, fue concebido por el  licenciado Julio Cesar Valentín, con apoyo de la Comisión Permanente de Cultura de dicha institución, que encabeza el diputado Manuel Jiménez, y la coordinación del respetado curador y critico de arte Abil Peralta Agüero, quien en su condición de asesor cultural del presidente de la Cámara de Diputados, destaca entre los  principales responsables de esta respuesta energética que ha sido recibida positivamente a unanimidad por los creadores activos de distintas generaciones.

Desde sus inicios, a diferencia de otras colecciones que en los últimos años se están creando en  distintas instituciones oficiales, la colección de la Cámara de Diputados viene siendo curada con visión y precisión como un conjunto en proceso, atendiendo al ritmo de desarrollo histórico del arte dominicano, cuyos primeros signos de modernidad se advierten en la producción del núcleo de artistas registrados como Los inmigrantes, todos europeos que se establecieron en el país como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Civil española (1939-1945).

Hasta ahora, la colección de la CD ha incorporado obras de una alta calificación en sus resoluciones plásticas, estilísticas, estéticas, técnicas y conceptuales, producto de una rigurosa selección que abarca desde la generación de 1930 hasta la pintura dominicana de la década de los 80s del siglo XX. Entre las más notables destacan las de José Vela Zanetti, Yoryi Morel, Jaime Colson, Guillo Pérez, Ramón Oviedo, Iván Tovar, Ada Balcácer, Domingo Liz, Alberto Ulloa, José Rincón Mora, Cándido Bidó, Elsa Núñez, Roberto Flores, Antonio Guadalupe, Dionisio Blanco, Alberto Bass, Rosa Tavárez, Jacinto Domínguez, José García Cordero, Jorge Severino, Said Musa, Francisco Santos, Jesús Desangles, Elvis Avilés, Julio Valdez, Claudio Espejo y Mariano Sánchez.

 La profundidad de convicción con que ha sido asumida esta iniciativa se comprueba de manera efectiva al posibilitar la conservación y puesta en valor de obras como el extraordinario mural de  Fernando Peña Defilló-una de sus obras más reflexivas y estremecedoras de los años 70s del siglo XX-, el mural emblemático que ejecutara en el mismo edificio el inolvidable maestro Silvano Lora, así como una pintura de Daniel Henríquez, galardonada con un Premio Especial en la XlV Bienal Nacional de Artes Visuales.

La apertura de la colección implica la apertura de la misma “cámara baja” ante la ciudadanía para la cual legisla y, sobre todo, la  expectativa de una optimización de la imagen pública de la institución. La museografía funciona en perfecto equilibrio, constituyendo un modelo de intervención, incorporación y enriquecimiento artístico de los espacios arquitectónicos del palacio del Congreso Nacional, básicamente en el área izquierda donde opera la Cámara de  Diputados.

Un elemento que revela los rigurosos criterios curatoriales que marcan una diferencia estructural en la colección de la CD es que cada pieza está soportada por su cédula técnica con los datos generales de cada obra y por una ficha de información biográfica de cada artista con su foto personal.Este soporte museográfico permite que el carácter educativo, didáctico e informativo de la colección, sea lo suficientemente amplio y profesional, de tal manera que le permita al público situar al artista y su obra en el contexto y tiempo en que fue creada la misma.

Si celebramos este paso sin precedentes hacia la definitiva puesta en valor de las riquezas y el patrimonio artístico de la República Dominicana, tan sólo como el inicio de la atención que los artistas y sus creaciones se merecen a la hora de la ejecución de los presupuestos de las altas instancias del Estado dominicano, ¡imagínense cuánto más pudieran llegar a aportar!, por ejemplo, la misma “cámara alta”, el ADN, Educación, Cultura, Obras Públicas y el mismo Poder Ejecutivo a través de su poderosa Oficina Supervisora, la cual, precisamente con sus últimos “encargos muralísticos”,-sin que haya que “rebajarle” nada a esta sincera observación- no logra quitarse el penoso estigma del infortunio.

De todas maneras, desde este espacio de AREÍTO, el cual, precisamente, en este mismo mes de abril cumple una década ininterrumpida apoyando la difusión de las más acabadas manifestaciones del arte contemporáneo dominicano, del Caribe y Latinoamérica, extendemos las merecidas felicitaciones al honorable licenciado Julio César Valentín y a su equipo de colaboradores, por hacer “justicia artística” y reconocer oportunamente a nuestros forjadores del sueño y  la imaginación, a los que nos renuevan  la fe, la risotada interminable  y la policromía del paisaje como imágenes trascendentes y esplendorosas de lo dominicano.

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