Un jefe policial inteligente, informado, talentoso y culebro

<p>Un jefe policial inteligente, informado, talentoso y culebro</p>

POR LEONORA RAMÍREZ S.
El jefe de la Policía es un hombre de vocación, pues aunque tenga que entrar de nuevo al cuerpo del orden como conscripto, o recluta, volvería a desempeñar esa y otras funciones.

El mayor general Bernardo Santana Páez, quien ayer demostró en el almuerzo del Grupo de Comunicaciones Corripio que es un experto en criminalística, y culebro por antonomasia, se explayó en los temas que quiso, porque los más espinosos, relacionados con la corrupción y el pírrico salario de los policías de bajo rango, los dejó casi a la imaginación de los chicos ácidos.

No se desesperen, antes de referirse a esos asuntos explicó que su vocación de policía surgió en la infancia, pues su familia tenía una pequeña fonda en la que comían militares y policías a quienes él les limpiaba los zapatos.

Más grandecito trabajó en una fábrica de aceites, con el cargo de promotor en Bonao, Boca Chica, San Isidro,  Guerra y Monte Plata, y con un vehículo confortable, un ayudante y  un buen salario.

Todo eso le dejé para entrar como conscripto a la Policía, y lo volvería a hacer si  naciera de nuevo, dijo el mayor general que asistió al encuentro en compañía del general Simón Díaz, relacionista de la institución, y una discreta comitiva de guardaespaldas.

Díaz, antiguo reportero de HOY, se ruborizó cuando le dijeron que se sentara con la plana mayor, porque a este colega las formalidades le dan grima.

SI, HAY CORRUPCION EN PN

Como la Policía siempre ha estado en  la mirilla por las indelicadezas que han cometido algunos de sus miembros, los chicos ácidos le entraron con la conga al tema de la corrupción, y aunque el mayor general esquivó algunos lanzamientos, admitió que algunas cosas no huelen bien en la institución del orden.

Una chica ácida le preguntó por qué no tomaban el toro por los cuernos y aumentaban el salario los policías, para que no los tentaran los narcotraficantes y otros delincuentes que buscaban en ellos complicidad, y así se terminaba con ese nudo de corrupción.

“Yo no tengo evidencias de eso, yo estudié periodismo científico con Lipe Collado y el me enseñó varios métodos…”, respondió el mayor general a quien la colega interrumpió para decirle que los periódicos recogían a diario denuncias sobre los citados hechos.

Entonces añadió que como criminalista no podía confirmar esa aseveración, pero que cuando se ha demostrado que miembros de la institución incurren en acciones punitivas se les somete a la justicia. Para rematar, otro colega le dijo que para algunas personas  la Policía era como un lodazal del Mercado Nuevo.

Fue entonces cuando explicó que en una investigación  previa a la puesta en vigencia del Plan de Seguridad Democrática, en el 2005, se estableció que había corrupción en los barrios de la zona Norte del Distrito Nacional, y muchos casos se pudieron comprobar en el destacamento del barrio Capotillo.

Pero los chicos ácidos coincidieron con este planteamiento de Santana Páez “la transformación de  la Policía  no se va a lograr de la noche a la mañana, porque esta institución nació con una tara biológica”.

“La Policía nació como una hija de la Santa Hermandad y de la Inquisición, y la Santa Hermandad era un cuerpo policial creado por los reyes en los años 1,200 para perseguir a los delincuentes, pero sus miembros eran más delincuentes que los delincuentes”.

¡Más claro, ni el agua!

NO LE GUSTA EL FIGUREO

Un chico ácido le preguntó a Santana Páez que si era verdad que a él le gustaba el figureo, como dicen las malas lenguas.

El mayor general se sonrojó, no esperaba la pregunta…de hecho nadie la esperaba, y respondió que eso era falso de toda falsedad porque él es una persona tímida, cuyo único pecado es dirigir una institución que es noticia en cualquiera de sus ámbitos.

 -Pero de todas maneras a usted no le desagrada salir diariamente en todos los periódicos, le preguntó  una ácida, y el le dijo que no, pero que le avergonzaba que pensaran que él delira por el exhibicionismo.

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