Reconocimientos a poetas
en la Cámara de Diputados

Reconocimientos a poetas<br/>en la Cámara de Diputados

DIONISIO DE JESÚS
No me encontraban. Me buscaban desde hacía muchos días. Dónde vivirá ese poeta ahora, ni en los centros espiritistas aparece, pero Adrián Javier con su vocación de sabueso, lo consiguió. Y dio con mi celular, “poeta te van a entregar un reconocimiento en la Cámara de Diputados”, “que como poeta por el Día Nacional, 21 de octubre”, me siguió ripostando, “que llame a Fulano de tal para la invitación y los detalles”.

Me imaginaba que detrás estaba la mano de mi compueblano y cómplice, el diputado Manuel Jiménez, cómplice en la vida y en la alegría de luchar por ser cada día mejores seres humanos, porque como dice “hay que sonreír, no hay motivos para no hacerlo. Estamos vivos”. Presidente de la Comisión de Cultura, ha venido realizando una ardua labor para darle a este bien del espíritu y social, un lugar en las discusiones diarias que dentro de este espacio de poder y decisiones, que es la Cámara de Diputados, podría tener la cultura, recibiendo el apoyo de otro gran promotor, el excelente ser humano y gran merenguero Sergio Vargas y la profesora Elba Lugo, también de la Comisión.

Miércoles 8 de noviembre, la gran cita. A las 10:00 de la mañana. Al llegar, ya en el Salón Hugo Tolentino Dipp, presentes estaban Don Marcio Veloz Maggiolo, el más importante escritor vivo de nuestro país, parte de los diputados de la Comisión de Cultura, y empezaron a llegar otros, los poetas, los homenajeados: Carmen Sánchez, Rafael Peralta Romero, León David, Angela Hernández, Víctor Bidó, Adrián Javier, Mateo Morrison, Alexis Gómez, León Félix Batista, y otros que al final nos dimos cuenta que tenían excusas: José Mármol, Víctor Villegas, Tony Raful y Tomás Castro, que llegó al terminar el acto. Pero faltaban más, los que en el mundo ponen en alto la patria, Norberto James, Aurora Arias, por Berlín, César Sánchez, Marianela Medrano, José Acosta, Mirian Ventura, por los nuevayores, por solo mencionar éstos.

Era la primera vez que una institución con la credibilidad y la importancia dentro del espectro social y político como ésta, le hace un homenaje masivo a la palabra. La palabra trabajada por diferentes inteligencias y grupos generacionales, sin mezquindades ni exclusiones. Amplio, plural, sólo tomando en cuenta los aportes y los sacrificios de cada uno hasta hacerse su voz. Oír el nombre de Víctor Villegas, de Tony Raful, de Ilonka Perdomo, es una muestra de lo plural que resultó ser este reconocimiento a los que en su diario vivir logran, estructurar una estética de lo cotidiano para poder hacerse con los avatares de la vida.

De ahí, lo importante del reconocimiento a tantos escritores de las más disímiles propuestas estéticas y posturas políticas: generación del 48, generación del 60, generación del 65, los escritores del 70, Generación del 80 y los más nuevos en la imaginería literaria dominicana. Por eso, es que no podemos hablar de exclusiones, más bien estábamos todos, mansos y cimarrones.

Y qué bueno que fuera en esta nueva etapa de la Cámara de Diputados y el Congreso Nacional, porque se respira una nueva espiritualidad, porque los nuevos congresistas vienen con un concepto más humano frente al corpus social, porque ellos son la representación de una nueva generación que debe de ver la política como servicio, más que como beneficio particular. Eso fue lo que nos dejaron ver, esa fue la imagen que, empezando por Manuel Jiménez, presidente de la Comisión de Cultura, la vicepresidenta de la Cámara, licenciada Yomaira Medina, y el presidente, doctor Julio César Valentín, un nuevo compromiso con el país, se respira en ese hemiciclo cameral.

Lo demostró el presidente, doctor Valentín, con sus palabras de cierre del evento donde estableció una cátedra sobre su sólida formación cultural y literaria, desde Borges (de memoria) hasta los simbolistas y parnasianos franceses, habló de la relación entre literatura y sociedad, del compromiso del escritor con la palabra y su época. Realmente, nos dejó a todos impresionados, por su apasionada defensa de la palabra, porque con ella “nos salvamos a nos condenamos”. Es un gran orgullo para los jóvenes del país que un ejemplo como el doctor Valentín, dirija la Cámara de Diputados, un nuevo congreso para un nuevo país. De ahí que su escogencia no fue producto del azar o de una equivocación.

Me lo demostraron con su bien organizado evento para homenajear a unos cuantos dominicanos que días tras días  creen que pueden tomar el “cielo por asalto”. Y en el caso mío, qué buscaba yo ahí entre tantas inteligencias, un simple muchacho de Cevicos, hijo de doña Petra y Ramón, un campesino jornalero. Sí, ese que se cree poeta, que cada día se acuesta con el sobresalto de buscársela en la urgente creación de un spot publicitario y las sombras siniestras de la imaginación. Por eso, es que el poeta, gran poeta, laureado poeta Plinio Chahín pregunta, y qué tiempo tiene el Dionisio para ser poeta, un tipo tan ordinario, visitante asiduo de colmadones, que lo menos que parece es poeta, más bien friturero.

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