¿Cómo ven los hijos a sus padres?

¿Cómo ven los hijos a sus padres?

POR ANNA JIMENEZ
Hoy día, educar es una tarea difícil. Quizá siempre lo ha sido, pero la cantidad de cambios que vivimos y la rapidez con la que se desarrollan ciertos acontecimientos, nos hacen vivir en un estado de permanente confusión y angustia. Es por eso que vale la pena rescatar que los hijos vean a sus padres de muchas diferentes e importantes maneras. No todos los hijos miran de igual forma a sus padres, eso depende de la edad y del rol que sus padres desempeñen en la vida del hijo (a).

Cuando los hijos están pequeños ven a sus padres como personas grandes, fuertes y sabias; pero a medida que van creciendo, aquella fortaleza y sabiduría puede variar, de acuerdo a los tipos de padres que seamos. Generalmente los hijos hasta los ocho años se sienten muy orgullosos de sus padres. La etapa de la vida que comprende de los nueve a los 11 años separa la niñez de la plena adolescencia. A partir de que el niño (a) alcanza la preadolescencia, en su vida empieza a estar presente la experiencia, se inicia cierta tensión general entre los padres e hijos, especialmente cuando la comunicación no se vive en una forma natural y horizontal. Entre los 12 y 14 años nos referimos a ellos como adolescentes, la brecha generacional se hace más extensa, debido a la diferencia de gustos y comportamientos. Entre los 15 y 18 años, a los jóvenes les cuesta más comprender a otros, sobre todo a sus propios padres, con una historia diferente a la suya, con otra formación y con otras limitaciones. Es aquí donde se podría sentir la ¿crisis generacional?. Los padres, muchas veces, no podemos comprender a nuestros hijos adolescentes porque no somos capaces de salir de nosotros mismos y ponernos en su lugar. Todo eso daría espacio a un doble problema. Por un lado, los hijos se sienten injustamente incomprendidos y dominados. Por otro, no tienen un modelo comprensivo adulto del que aprender. El joven de esta edad se irá autoafirmando en la medida de que tenga padres maduros, afectiva y socialmente. Es necesario que los padres seamos flexibles, mostrar frecuentemente sentido del humor, aceptarse a sí mismos, respetarse y aceptar a los hijos tal cual son, asumir la realidad familiar, personal, social y sobre todo en cualquier situación, recurrir siempre al diálogo y a las actitudes de respeto, escuchando las razones de los hijos y tratando siempre de convencer con argumentos y no con amenazas.

No existen padres ni hijos perfectos, lo que sí existen son personas que se necesitan y que construyen juntas un proyecto. Porque algo que debe quedarnos muy claro es que educamos por lo que somos; transmitimos (aún sin darnos cuenta) lo que sentimos y pensamos, muchas veces sin palabras. El concepto de ser padres ideales, es incompatible con el ser humano. No existe un ideal ni la perfección cuando hablamos de personas ni de relaciones. En esta asignatura de ser Padres, nos examinan todos los días, es básico tener en cuenta una serie de valores que nos van a facilitar la tarea educativa y formativa, como lo son la responsabilidad, la madurez afectiva, la aceptación, la paciencia, el diálogo y sobre todo el AMOR.

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