La herramienta que nos falta

La herramienta que nos falta

La República Dominicana no tiene metas nacionales a mediano y largo plazos. Si con algo podríamos comparar esa situación, sería con las características del desarrollo urbano desordenado y caprichoso, a merced de los intereses de grupos.

Por eso las ejecuciones de Estado son inconexas, y los políticos  hacen en cada período de Gobierno lo que les aconseja una lógica cautiva de  los intereses de sus respectivos proyectos, pero muy poco vinculada al  verdadero diseño del porvenir.

No hay definiciones a largo término sobre lo que debe ser un desarrollo económico basado en premisas de innovación con énfasis en la exportación de bienes de alta calidad, resultantes de una competitividad industrial que tenga como soporte políticas de un Estado verdaderamente facilitador.

Estas carencias hacen que nos merezca una alta valoración la propuesta de monseñor Ramón Benito de la Rosa Carpio, arzobispo de Santiago y presidente de la Conferencia del Episcopado Dominicano, en el sentido de que el liderazgo político trabaje mancomunadamente en la elaboración de una agenda nacional. Nuestro país no puede seguir manejándose con los inmediatismos actuales y esperando que los problemas acorralen a la sociedad para producir soluciones coyunturales vagamente ponderadas. La agenda nacional que propone este pastor católico es sin duda la herramienta que nos falta.

 

¿Es el hambre una constante?

El “Atlas del hambre y la desnutrición”, elaborado por el Programa Mundial de Alimentos y que incluye una impresionante cifra de niños dominicanos con desnutrición crónica, obliga a mirar hacia el siglo pasado y a preguntarnos si realmente es el hambre una constante social contrapuesta al progreso y de magnitud universal. Sorprende que el PMA está diciendo hoy lo que ya en 1946 contextualizaba  el médico brasileño Josué Apolônio de Castro en su libro “Geografía del hambre” y que  citamos a continuación:

 “En realidad, el subdesarrollo no es la ausencia de desarrollo sino la consecuencia de un modelo universal de desarrollo equivocado. El subdesarrollo es el producto de una mala utilización de los recursos naturales y humanos… Sólo a través de una estrategia global de desarrollo, capaz de movilizar a todos los factores de producción en favor de la colectividad podremos eliminar el subdesarrollo y el hambre de la faz de la tierra”.

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