Una forma de perder el tiempo es plantear una reforma tributaria que solo se ocupe de pegar parches

Una forma de perder el tiempo es plantear una reforma tributaria que solo se ocupe de pegar parches

POR ARTURO MARTÍNEZ M.
El gobierno está en pánico, porque si los congresos de Estados Unidos y de República Dominicana aprueban el TLC, como no hay dudas lo harán, deberá desmontar la comisión cambiaria de 13%, el impuesto a los cheques y el arancel a las importaciones procedentes de los Estados Unidos, estimándo en treinta mil millones la pérdida fiscal.

El problema se le agrava, le huye como el diablo a la cruz a la responsabilidad de lo que evidentemente no podrá eludir, la presentación de una propuesta de reforma tributaria que convenga a la economía, que no sólo compense por las pérdidas de ingresos, sino también que produzca un sobrante para comenzar a enfrentar el déficit cuasi-fiscal del Banco Central. El gobierno cree que le dará de lado a su responsabilidad buscando que los hombres de empresa, los legisladores, el FMI, el Banco Mundial, ó quién sea, le haga el favor y someta una reforma consensuada. Cualquier iniciativa será suya, y los beneficios ó costos políticos-electoral también serán del gobierno, de modo que su trabajo es someter una reforma que resuelve los problemas y que al mismo tiempo minimice los costos para los más necesitados.

El gobierno ha tenido otra falla fundamental, no ha explicado a los consumidores y a los empresarios si realmente conviene el TLC con los Estados Unidos, es decir, en cuáles productos se gana y en cuáles se pierde, y cuál es el resultado neto. Como he dicho en otros artículos, mis cálculos son que las pérdidas fiscales y la de los productores locales superan el comercio que se pueda crear, es decir, que el impacto neto del TLC es negativo por lo menos en el corto plazo. Entonces, y desde el punto de vista del análisis estático, no tendría sentido que nuestro congreso lo apruebe, independientemente de que los norteamericanos lo hagan, porque ellos tienen su propia agenda.

El análisis estático es el criterio objetivo que se tiene a manos para una decisión documentada, y cualquier otro no pasa de un intento de justificar lo desconocido, incluyendo el criterio de las posibles ganancias dinámicas, como las relativas al flujo de inversiones extranjeras que podría crear, la transferencia de tecnología, así como el aumento de la productividad del trabajo y del capital. Son ganancias dinámicas que en un contexto púramente teórico deberían ser producidas por el TLC, pero no hay nada seguro, son ganancias que al final podrían quedar como teóricas, porque en efecto existe una alta probabilidad de que se queden en el tintero. Lo único cierto es el análisis estático, el cual indica que el negocio como se presenta no es bueno para los dominicanos, y eso lo sabe ó debe saberlo el gobierno, pero no lo dice, no entiendo la razón.

Pero tampoco sabe cuánto realmente perderá el fisco con el TLC, el estimado es sólo una parte, porque el desvío de comercio también deberá producir pérdida fiscal. Me explico. Los treinta mil millones es sólo por concepto de las compras que hacemos actualmente a los Estados Unidos, pero hay que incluir los impuestos que se dejarían de recibir por las nuevas importaciones que se habrán de hacer al bajar los precios relativos de los Estados Unidos con relación al resto del mundo, y que el gobierno no ha estimado. Si prospera la propuesta de aumentar el arancel a las compras que se hagan en el resto del mundo, sería mucho más el desvío de comercio y las pérdidas fiscales, aspectos que parece no se han tomado en cuenta cuando se habla de compensar. En la actualidad el comercio exterior produce poco menos de la tercera parte de los ingresos tributarios, lo que es mucho, y la orientación del gobierno debería ser reducir la dependencia en lugar de aumentarla como plantea la propuesta.

Como cada quien está halando para su lado, los hombres de empresa por su lado plantean la reducción ó eliminación de las exenciones del ITBIS y una reducción de la tasa, es decir, generalizar el impuesto para incluir los alimentos básicos, la educación, la salud, la electricidad, el agua, etc., el otro cincuenta porciento no está incluído en la base. El argumento de los empresarios es que al eliminarse el recargo cambiario del 13 por ciento, los precios de los productos bajan en una proporción mayor que el aumento previsto por la ampliación de la base del impuesto. Sin embargo, olvidan que en los mercados de bienes en República Dominicana no existe competencia, por lo que nadie está en condiciones de asegurar que los precios van a bajar. Lo que sí es seguro, en cambio, es que los precios aumentarán cuando se amplíe la base del impuesto, nuevamente, por la falta de competencia. Por lo tanto, es peligroso jugar con la ampliación de la base del impuesto. En teoría los empresarios tienen razón, pero la teoría tiene como supuesto algo que no se da en el país, que existe competencia entre los productores.

Pero que sucederá cuando se elimine el recargo cambiario de 13 por ciento? Como los precios realmente no van a bajar, aumentarán los beneficios de los empresarios, y el gobierno debería estar preparado para tomar su parte. Esa es la salida, se debería plantear una mejora de la administración del impuesto sobre la renta, para que el gobierno pueda lograr lo que le corresponde, como está hoy día estoy de acuerdo de que no lo logrará, a pesar de los esfuerzos que se puedan hacer. Es necesario que la reforma incluya una profunda revisión, no sólo de las tasas sino también de las exenciones y de otros mecanismos producidos por la propia administración tributaria, si es que se quieren eliminar ó minimizar las evasiones.

No hay que ser experto en finanzas públicas para saber que, cuando el impuesto sobre la renta se basa en tasas marginales, los hombres de negocios, actuando de manera racional, hacen todo lo posible para no pagar. Es una barbaridad, por ejemplo, que los primeros veintiun mil pesos no paguen impuesto en República Dominicana, y que los excesos se graven con tasas que oscilan entre 15% y 25%. Lo que en la práctica sucede es que nadie gana más de veintiun mil pesos, sin importar de quién estemos hablando, esa es la verdad. Entonces, el gobierno no cobra lo que debería, ya que los hombres de empresas y los profesionales liberales, prefieren pagar a los asesores de impuestos para que les produzcan situaciones que les permitan protegerse en contra de un impuesto mal estructurado. El trabajo de los asesores de impuestos no es tan dificil, aúnque hay que reconocer que es productivo para los hombres de empresas y para los profesionales liberales.

Los hombres de negocios piensan que aportan demasiado, que retienen impuestos que otros pagan, generalmente los consumidores, y que lo hacen sin que el gobierno les pague por su trabajo, por lo que se justifica y que nada tiene de malo que personalmente tengan un tratamiento diferente al que persigue la Dirección General de Impuestos Internos. Como están entrenados para ahorrar pesos y centavos, no tienen dudas, deben llevar a su mínima expresión lo que pagan al gobierno al final de año. El entrenamiento le ha conformado un carácter que ven como un enorme sacrificio personal el cheque que envíen al fisco, esa es la verdad, de ahí que cualquier cosa que se le ocurra, ó que se le ocurra al asesor, para no pagar o pagar lo menos posible, se recibe como una bendición que viene del más allá.

Tome el caso de un hombre de negocio que se gane 10 millones de pesos al año, en buena ley tendría que hacer un cheque para el gobierno por 2.5 millones de pesos. Ese señor se inventará cualquier cosa para no hacerlo, ó hacerlo pero por una suma mucho menor. La administración tributaria lo sabe pero poco puede hacer, y cuando recurre a medidas de emergencia, en épocas en que el fisco tiene sequía de recursos, demostrado está que la recaudación aumenta violentamente. Por ejemplo, en el 2002 los impuestos sobre los ingresos aumentaron 4.7 por ciento, pasaron de RD$15,318 millones en 2001 a RD$16,033 millones en el 2002, pero en el 2003 el crecimiento fue de 27.1 por ciento, porque los operativos rindieron su fruto, aumentando la recaudación a RD$20,385 millones, y lo mismo pasó en el 2004, el fisco aumentó sus ingresos en 19.6 por ciento alcanzando la cifra de RD$24,374 millones.

Cuando se considera que el impuesto es de 25 por ciento, y que el crecimiento del PIB en el 2003 y en el 2004 fue respectivamente de menos 1.9 por ciento y 2 por ciento, entonces se puede decir que la recaudación durante los últimos dos años fue verdaderamente productiva. El problema es que para lograrlo, y de tiempo en tiempo, la administración fiscal debe someter a los hombres de negocios a un acoso insoportable, lo que no debe ser considerado como normal.

Quiero recalcar que no sólo es el caso de los hombres de negocios, también los profesionales independientes tienen problemas para pagar los impuestos. En materia impositiva, y con el sistema que ha imperado en República Dominicana, ni uno ni otro ha sido capás de pensar y actuar de manera racional, porque implicaría pagar lo que se debe, y lo que debe pagarse es excesivamente alto. Ambos, los hombres de negocios y los profesionales independientes, crean deducciones donde no existen, declaran muy poco de lo que se ganan, y si pueden, crean empresas ó envían efectivo al exterior.

No es casual que la evasión haya sido por mucho tiempo una de las fuentes de recursos más importantes con que cuenta la economía subterránea. No han sido pocos los hombres de negocios, y los profesionales independientes, que claramente han sido capáz de financiarse ellos mismos y financiar a otros, sin tener que acudir a los bancos. Eso lo saben las autoridades pero han preferido mirar para otro lado. Si no me creen que la evasión ha sido una de las fuentes poderosas del financiamiento extra-bancario en el país, pregúntese Ud. mismo entonces cómo es posible que haya existido incentivos para trabajar, para hacer negocios, si el impuesto sobre la renta de las empresas y el de las personas ha sido de un robusto 25 por ciento? De pagarse el impuesto de manera religiosa, la verdad es que no existiría incentivos para trabajar, para salir de su casa y preocuparse por aumentar el PIB diariamente. La respuesta es bien sencilla, porque nadie paga lo que debería, y la verdad es que hacen bien, y me explico a continuación.

El impuesto sobre la renta en República Dominicana es muy alto, por eso ha sido ineficiente y nada productivo. Las actividades económicas y el PIB han crecido en los últimos diez años, porque los hombres de negocios y los profesionales liberales han sido más racionales que los gobiernos que hemos tenido. La verdad es que nadie va a trabajar para que el gobierno se quede con casi todo, eso no es verdad, a través de impuestos directos e indirectos, e incluso con doble tributación como abunda en nuestro sistema impositivo. El gobierno nunca lo dirá, pero hay que dar gracias a los hombres de negocios y a los profesionales independientes, porque han podido evadir su pago, porque de no haberlo hecho, las actividades económicas, el empleo de la fuerza laboral, el uso del capital instalado y el crecimiento del PIB, no se hubiese comportado de la manera como lo hicieron. Sin embargo, y como no se debe ni se puede vivir externamente en la ilegalidad, el problema hay que resolverlo, y la salida no es otro que reducir el impuesto a una tasa mucho menor, a una tasa única para empresas y personas, no más de 15% para todo el mundo. Porque si la tasa alta de impuesto no ha funcionado, porque el fisco ha cobrado muy poco, lo que se impone es cambiar la estrategia, y llevarla a un punto intermedio.

Los dos conceptos están estrechamente relacionados, me refiero el mejoramiento de la recaudación fiscal y el aumento del bienestar de los dominicanos. La tasa de impuesto que ha prevalecido no ha propiciado un aumento sano y contínuo en el ingreso del fisco, que guarde relación con el aumento del PIB anualmente, pero tampoco ha sido la base del aumento de las actividades económicas. Ha sido lo contrario. Además, el sistema actual ha inyectado ineficiencia a la economía, porque los ingresos que debieron ir al fisco y que evadieron los hombres de negocios y los profesionales independientes, se quedaron en la economía subterránea ó salieron del país. No habría dudas, si la tasa del impuesto fuera menor, los recursos que tienen como orígen la evasión fiscal estarían en la corriendo sanguínea de la economía formal, sientiéndose en el crecimiento del PIB y en la intermediación financiera.

CERO IMPUESTO MAXIMIZA CRECIMIENTO PIB

En teoría, existen dos extremos, el de cero impuesto que maximiza el crecimiento del PIB, pero el gobierno no recauda nada, lo que es imposible porque equivale a excluir al gobierno de las actividades económicas, y el de 100% de impuesto, el que reduce a cero el crecimiento del PIB, y que al final el gobierno tampoco recauda nada. Los ingresos del fisco aumentan cuando los impuestos comienzan a ascender desde cero, por efecto del crecimiento del PIB, su crecimiento se detiene y hasta se reversa a partir de un determinado nivel de impuesto. Lo que estamos diciendo es que si el gobierno quiere recaudar más con el impuesto a los ingresos, debe hacerlo con una tasa eficiente, con una tasa única y baja, que sea fácil de calcular y cobrar. La tarea no es complicada.

El sistema que tenemos se sustenta en lo devengado, es decir, se intenta gravar a la gente según su capacidad de pagar, lo que ha resultado una ficción. Lo justo es que los que reciben mayores ingresos también sean los que paguen una cantidad mayor de impuestos. Si un hombre de negocio recibe diez millones de pesos, debería pagar un millón quinientos mil pesos de impuestos, y el profesional que recibe un millón de pesos debería pagar ciento cincuenta mil pesos de impuestos, el obrero que recibe doscientos mil pesos debería pagar treinta mil pesos. Todos, hombre de negocio, profesional y obrero, deben pagar la misma tasa de 15%. Cada quién pagó según lo que recibió, lo que es justo, mientras que se deja de lado lo que pudo recibir según la administración tributaria, porque esa diferencia nunca se va a cobrar. Si no se cambia la base, y el impuesto se sigue cobrando por lo devengado y no por lo que se recibe, estaremos permanentemente en la ilegalidad, en el mismo juego del gato y el ratón, porque nadie dirá la verdad, y el sistema se mantendrá improductivo.

Es mejor no hacer nada que tener una reforma tributaria rápida y mal hecha. El gobierno tiene menos de un año y ya son dos las reformas que ha hecho, y según el decir popular, la tercera es la vencida. En esta ocasión se debe ir más lejos, no sólo compensar lo que se pierde, sino también producir un excedente para enviarlo al Banco Central, para que la estabilidad que se ha logrado no sea cosa pasajera. Para ello, no es necesario cargar con más impuestos a los que no pueden pagar, porque al final nada se cobraría, precisamente porque los sectores populares y lo que queda de la clase media, ya no pueden más.

Para lograr cinco ó seis por ciento del PIB, es necesario una revisión profunda de todo el sistema, con el objetivo de mejorar la administración tributaria, y posiblemente se necesitará de una reorientación del gasto para maximizar sus beneficios. Pero hay que hacerlo con responsabilidad, sin pensar ganancia y costo políticos. Los partidos políticos, los tres grandes, podrían ponerse de acuerdo si ese fuera el objetivo; pero lo que el gobierno no puede pretender es que a menos de un año de las elecciones congresionales y municipales, los partidos en la oposición se hagan responsables de una reforma mal hecha. Ese costo será del gobierno y del partido en el poder, y de nadie más. De eso debe estar seguro el gobierno, independientemente de la comisión de consenso que se forme.

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