El arte como embajador de A.L.

El arte como embajador de A.L.

Roberto B. Saladín Selín
Sin lugar a dudas que desde la creación del Centro Cultural del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en 1992, presidido en ese entonces por Enrique V. Iglesias, la galería de la misma ha venido practicando, en forma implícita o explícita como se denomina ahora, una diplomacia artística, que alcanza su culminación, en la expresión abierta del 14 de noviembre de 2007 al 30 de enero de 2008, bajo el título de “El arte como embajador de América Latina en Washington, D.C.”, proyectando los más altos valores de nuestra identidad cultural.

La originalidad de las cincuentinueve obras exhibidas en esta exposición “Diplomacia Artística” gracias al dinámico trabajo del Coordinador General y Curador del Centro Cultural del BID, Félix Ángel, y el equipo que lo acompaña, es que logró ensamblar, en esta exposición, una representativa colección de obras de arte propiedad de las Embajadas de América Latina y el Caribe, en Washington, D. C., de funcionarios diplomáticos o instituciones con sede en esa ciudad, cubriendo un período que se extiende de la era precolombina hasta la conclusión del siglo XX, dándole así a esas obras de arte, acceso a un público que rutinariamente no tiene acceso a las embajadas o las instituciones y personas propietarios de las mismas.

El catálogo editado por la Galería del Centro Cultural para la exposición hace honor a la calidad de las obras de arte presentadas por las Embajadas y residencias diplomáticas o particulares, destacándose, sin que este listado sea excluyente, ¨Formas siguiendo un tren¨ (Alejandro Obregón, Colombia, 1963), “Defensa de la Eucaristía” (Perú, siglo XVII), “Retorno de la Feria” (Cándido Portinari, Brasil, 1940), “El Paso de las Especies” (Roberto Matta, Chile 1963), “Baúl en Madera Tallada con Motivos de Orquídeas” (Honduras, 2001), “Martes” (Leonora Carrington, México, 1978), y una de las obras más impactantes de nuestro inmortal Yoryi Morel “Paisaje con flamboyán del mediodía” (República Dominicana, 1950) obra presentada por la Residencia Oficial de la Embajada de nuestro país a través del Embajador, licenciado  Flavio Darío Espinal.

Asimismo, el gran público pudo disfrutar de obras como “La Muñeca Rota” (Héctor Poleo, Venezuela, 1946), “Niña sobre burro” (Fernando Botero, Colombia, 1959), “La Resurrección del Señor” (Anónimo, Escuela de Ecuador, siglo XIX), “Barrancas del Cobre” (Luis Nishizawa, México, 1989), “Pericón en la estancia” (Pedro Figari, Uruguay), “Vista del Ávila” (Manuel Cobré, Venezuela, 1950), el “Toro de Pucarᔠ(Perú, siglo XX) y “La modelo” (Francisco Amighetti Ruiz, Costa Rica, 1972).

Este ejercicio de diplomacia artística, catapultando el arte como embajador de América Latina y el Caribe como lo expresara el presidente del BID, Luis Alberto Moreno, en la presentación de dicha exposición, el miércoles 16 de enero a las 6:15 p. m., le permitió al público de Washington “experimentar la extraordinaria creatividad y la capacidad de expresión que caracteriza a las sociedades en América Latina”.

Pero más allá de la proyección que le dan al arte de América Latina y el Caribe, tanto el Banco Interamericano de Desarrollo y el Museo de Arte de las Américas de la OEA, siempre queda abierta la pregunta de por qué, mientras en Washington, D. C. existen museos representativos de las culturas de África, Asia y Europa, América Latina y el Caribe, en una ciudad que vive en cierto modo de su museografía, lo que le atrae grandes flujos turísticos, como se ha planteado ya en numerosas oportunidades, no existe un museo representativo del arte y la cultura de América Latina y el Caribe, recordando como lo afirma Emilio Mira y López “que la cultura es lo que queda, cuando no queda nada”. Ese es un proyecto para el continente latinoamericano para el 2008 y los próximos años.

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