Miguel Ángel Velasco analiza el próximo cónclave

Miguel Ángel Velasco analiza el próximo cónclave

MADRID, ZENIT.org-Veritas.- El director del semanario Alfa y Omega, Miguel Ángel Velasco, corresponsal en Roma los dos últimos cónclaves, destaca en esta entrevista concedida a la agencia Veritas las diferencias y novedades del próximo cónclave.

Velasco, uno de los periodistas con más experiencia en la información religiosa, hace al mismo tiempo una reflexión sobre los acontecimientos recientes desprendidos de la muerte del Papa Juan Pablo II.

—Ha vivido el relevo de tres Pontificados, Pablo VI, Juan Pablo I y ahora Juan Pablo II, según usted, si comparamos los tres momentos, ¿cuáles serían las coincidencias?

—Miguel Ángel Velasco: En lo esencial, los tres momentos coinciden. Coinciden, incluso, en circunstancias no tan esenciales: por ejemplo, los cardenales electores representaban a 48 países y hoy, a 52; coinciden en que la mitad son europeos, como entonces; coinciden, más o menos, en el número que representa a otros continentes.

—¿Y las diferencias fundamentales?

—Miguel Ángel Velasco: Las diferencias fundamentales, se centran, pues, en que los Papas fallecidos eran tres figuras diferentes y, sobre todo, en que se trata de tres momentos históricos que tienen poco que ver unos con otros.

No es lo mismo suceder a Juan Pablo I que a Juan Pablo II. No es lo mismo una Iglesia que vivía el final del Pontificado del gran Pablo VI en situación poco menos que dramática, en gran parte angustiada y con un ambiente mundial de guerra fría, que una Iglesia a la que se le acaba de ir un Papa ¡después de 27 años! en los que no ha cesado de decirnos ¡No tengáis miedo! y de alentar la esperanza.

—El próximo lunes 18 comienza el cónclave, sigue siendo el Espíritu Santo quien elige al Papa ¿es lo mismo el cónclave de 1978 que el de 2005?

—Miguel Ángel Velasco: No es lo mismo un cónclave en el que todos los electores, menos dos, han sido elegidos por el Papa fallecido, que un cónclave con cardenales nombrados por distintos Papas. Y, de manera muy digna de tener en cuenta, la situación histórica del mundo actual es muy diversa de la que afrontaban, en los respectivos pre-cónclaves los electores de Pablo VI o de Juan Pablo I: la globalización es un hecho; también la de las comunicaciones y la multiculturalidad.

Es muy de tener en cuenta también que, por ejemplo, hoy los 115 cardenales que van a elegir al nuevo Papa, se conocen mucho más entre ellos: se han conocido en Sínodos, en viajes del Papa, han visitado unos las diócesis de los otros; en definitiva, lo que antes era excepción, hoy es la regla, e indudablemente, tiene su importancia en el Cónclave, a todos los efectos.

—En su libro «Juan Pablo II, ese desconocido» usted cuenta las sensaciones y sentimientos de aquel domingo 22 de octubre de 1978 en que se pronunció el esperado «Habemus Papam». ¿Como fueron las semanas precedentes?

—Miguel Ángel Velasco: En Octubre de 1978, el ambiente eclesial había sido sacudido fortísimamente, en dos meses, por dos cónclaves, no por uno, ya que el Pontificado de Juan Pablo I duró un mes. Al final de su Pontificado, Pablo VI había hablado del «humo de Satanás que se había colado en la Iglesia».

Cuando es elegido Juan Pablo II, ¡un polaco que viene «de lejos», como él mismo dijo!, la sacudida eléctrica que su «No tengáis miedo, abrid las puertas a Cristo» produce en la columna vertebral de toda la Iglesia es impresionante. No es fácil que hoy, tras es tsunami espiritual al que hemos asistido en la Plaza de San Pedro, pueda repetirse una sacudida de aquel calibre. La sacudida ya la ha vivido la Iglesia con la muerte y la despedida de Juan Pablo II.

De todas maneras, el Espíritu de Dios sopla cuando quiere y como quiere, y no seré yo, desde luego, quien no esté abierto a cualquier sorpresa. En la periferia de quinielas papales, de cambios y adecuaciones accidentales al tiempo en que vivimos (no uso de móviles, autobús para llevar a los cardenales desde Santa Ana a la Sixtina, etc.) puede parecer que hay cambios llamativos, pero son menores. Lo verdaderamente interesante, como decía al principio, es que lo esencial sigue siendo esencial y no cambia.

—Se habla de un cónclave sometido a las nuevas tecnologías, Internet y la era digital, ¿qué beneficios, además de la inmediatez, puede darnos esta novedad?

—Miguel Ángel Velasco: Las nuevas tecnologías de Internet y de la era digital son dignas de todo aprecio y aprovechamiento, pero son medios; y ya es sabido que los medios son nada menos, pero nada más que medios. Los de ahora, también: quiero decir que una estupidez digitalizada, sigue siendo una estupidez, por muy digitalizada que esté, y una manipulación sigue siendo una manipulación; y un globo sonda, un globo sonda; y una media verdad, una media verdad, por mucho que se difunda a través de Internet o digitalmente.

Bienvenidas sean pues las nuevas tecnologías, que estoy seguro que serán bien aprovechadas en el Cónclave, como es debido; pero lo fundamental es usarlas bien, no mal; para la luz, no para la confusión.

—Para muchos, Juan Pablo II, con un Pontificado tan largo, ha sido el único Papa que han conocido, ¿le parece normal la marea de peregrinos que han acudido, y todavía hoy acuden, a despedirse y dar gracias a Juan Pablo II?

—Miguel Ángel Velasco: La marea de peregrinos que han acudido y siguen acudiendo a despedirse de Juan Pablo II es todo menos normal. Nos puede parecer normal, dado el personaje, pero quizás conviene reflexionar un poco en que la dimensión eclesial del Pontificado de Juan Pablo II de normal ha tenido poco también. Por eso todo el mundo habla de «excepcional, extraordinario», etc.

En mi opinión, nadie se esperaba una tal marea de gratitud, pero a la grandeza de un Papa tan grande, ha respondido con no menor grandeza la Iglesia. Creo que deberemos reflexionar muy serenamente sobre este acontecimiento y su hondo significado; especialmente, en determinados países como el nuestro, donde se quiere reducir la fe y lo espiritual a una dimensión estrictamente privada. Jamás ha habido tal manifestación pública, no convocada, sino espontánea, de la fe como la de estos días. Es un fenómeno que los sociólogos y los responsables públicos harían bien en analizar a fondo.

—Algunos medios hablan del tiempo de transición en la Iglesia, ¿quizá es más exacto llamarlo tiempo de espera? ¿Cómo lo enfoca un periodista católico?

—Miguel Ángel Velasco: Un periodista católico enfoca el actual tiempo de espera hasta la elección del nuevo Papa como cualquier otro verdadero católico, sea periodista o no: es decir, con fe y con esperanza.

Realistamente, no se puede enfocar de otra manera. Creo profundamente equivocados los desenfoques, que no enfoques, que quieren politizar o ideologizar este momento. Es una pretensión no sólo errónea, sino no realista. Querer aplicar la lógica de poder y la sociología política a un pre-cónclave es querer desvirtuar la naturaleza propia de los hechos; pero los hechos son muy tozudos, y se imponen por su propia fuerza. Para un católico está claro, lo que dice el Evangelio: «Dios, que cuida de las aves y de los lirios del campo, ¿cómo no va a querer lo mejor para sus hijos?».

Todo lo que está ocurriendo desde la muerte de Juan Pablo II denota una impresionante necesidad de Dios en el mundo actual, y de manera muy llamativa en los jóvenes. Estoy seguro de que el próximo Papa sabrá dar cauce a este hecho. Tengo plena confianza y esperanza, aunque sé que al próximo Papa le será muy difícil no proseguir la obra de su predecesor, pero desde luego no le será más fácil proseguirla.

 

 

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