A 150 años del proyecto anexionista de Báez y Grant

A 150 años del proyecto anexionista de Báez y Grant

-y II-

Luego de firmado el tratado de anexión de la República Dominicana a los Estados Unidos, por Manuel María Gautier y Raymond H. Perry, en representación de ambos países, y aprobado por los gabinetes de sus gobiernos, el Congreso Nacional dominicano lo ratificó, y celebró un plebiscito, que también le dio su apoyo, aunque en un proceso fraudulento. De un total de 16 mil votantes, apenas 11 fueron contrarios a la posición del gobierno y, según se denunció entonces, fueron depositados por agentes gubernamentales con el objeto de evitar que el plebiscito tuviera apariencia de farsa.
A pesar de todos los ardides de los presidentes Ulyses Grant y Buenaventura Báez en torno al tratado, el Senado estadounidense lo rechazó el 30 de junio de 1870. En ello jugó un papel fundamental la oposición del senador Charles Sumner y otros colegas suyos en las Cámaras, quienes descalificaban el proyecto considerándolo fruto de un error del presidente Grant y una acción de aventureros que en nada beneficiaba a los Estados Unidos.
Sumner, presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, ha sido muy elogiado por historiadores de su país y de la República Dominicana por su destacada participación en los hechos que condujeron al rechazo definitivo del proyecto anexionista. Pero su actitud en contra de los patriotas cubanos que iniciaron la guerra de independencia en 1868 y su interés de que Canadá fuera anexado a los Estados Unidos contradice su enarbolado respeto por la autodeterminación de los pueblos. La admiración por las acciones de Sumner en favor de la causa dominicana y haitiana en aquellos difíciles días continuará encendida; eso no impide que se enjuicien sus acciones de hombre público.
Debido a la firmeza con que combatió la anexión, perdió la presidencia del mencionado comité. Tanto en la República Dominicana como en Haití se le recuerda con veneración, pues el plan anexionista original de Andrew Johnson incluía el territorio haitiano. Una importante avenida de Santo Domingo, Distrito Nacional, lleva su nombre y la gratitud de Haití hizo que el gobierno le ofreciera una medalla de oro. Por Ley del 27 de julio de 1871 su retrato adornó la sala de sesiones de las Cámaras en Puerto Príncipe.
También hicieron causa común con el senador de Massachusetts, los congresistas Carl Schurz, Bayard, Morrill y Paterson, entre otros.
También la resistencia dominicana desempeñó un rol destacado en la oposición al proyecto: Desde el pueblo llano que se sumó en la frontera dominico-haitiana y en el Sur, militares de altos rangos, como los generales Gregorio Luperón, José María Cabral y Pedro Antonio Pimentel, y sacerdotes como Fernando Arturo de Meriño, hasta intelectuales de la talla de José Gabriel García, Francisco Gregorio Billini, Carlos Nouel y Tomás Bobadilla.
El mensaje en que el presidente Grant comunicó al Congreso el 5 de abril de 1871, el Informe de la Comisión de Investigación que había enviado el Senado a la República Dominicana, -un nuevo intento por imponer su añorado proyecto-, confesó que cuando aceptó “la ardua y responsable tarea de la posición que ahora ocupo ni siquiera soñé en iniciar medidas para la adquisición de posesiones insulares. Creí, sin embargo, que nuestras instituciones eran suficientemente amplias para extenderse por todo el Continente tan rápidamente como otros pueblos pudieran desear para colocarse bajo nuestra protección…”.
En otra parte de su discurso intentaba justificarse al explicar que “En vista de los hechos que habían sido expuestos ante mí, y con el grandísimo deseo de mantener la ‘doctrina Monroe”, creí que yo sería negligente en el cumplimiento de mi deber si no tomaba medidas para determinar el verdadero deseo del gobierno y los habitantes de la República de Santo Domingo con respecto a la anexión, y comunicar la información al pueblo de los Estados Unidos. En las presentes circunstancias creí que si yo no daba oídos a esta proposición, tal vez en el futuro se me podría acusar de flagrante desconsideración al bienestar de una raza oprimida que implora las bendiciones de un gobierno libre y fuerte y protección en el goce de los frutos de su propia industria”.
Después de la presentación del Informe de la Comisión de Investigación enviada a Santo Domingo, que naturalmente favorecía la anexión, siguió un duro debate sobre el tema. Como en distintos proyectos anexionistas de Grant y otros gobernantes estadounidenses, el de Santo Domingo no pasó de ser un nuevo acto fallido.

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