Cual si hubiesen esparcido algo en el ambiente, desde hace días la sinrazón se pasea entre nosotros. Al hacerlo, ha dejado estampas desagradables y absurdas, entre las que se destacan las de unos oficiales arrancando carteles e impidiendo la circulación por la avenida Enriquillo para no herir la susceptibilidad de su majestad, el rey don Danilo I.
Como si no tuviésemos suficiente con la surrealista interrupción de las elecciones municipales, tampoco se puede ir por la calle con un cartel en la mano. ¿Acaso no existe aquí libertad de tránsito y expresión? ¿Hasta cuándo los policías y guardias serán tan violentos? ¿Jamás pasaremos la página del abuso contra los ciudadanos?
Aunque no es una actitud nueva, los oficiales deben cambiar. ¿No ven que atizan más los caldeados ánimos de una ciudadanía que ya está muy indignada?
A tal nivel ha llegado el asunto que se convocó una manifestación frente al hogar de su majestad, por lo que tuvieron que cerrar parte de la Enriquillo. Aunque era una provocación innecesaria ir para allá, es producto del enojo.
Don Danilo I, o los suyos, olvidan que cada golpe que le dan a la gente es un voto que pierden en las urnas. ¿Con qué ánimo se vota por quien lastima? Es triste que el Gobierno termine saliendo por la puerta de atrás. ¿Quién lo hubiese dicho con la alta popularidad que antes tenía?
Hoy el Presidente hablará por última vez ante la Asamblea Nacional. Mientras lo haga, los jóvenes acudirán a la Plaza de la Bandera para mostrarle su hartazgo. Junto a ellos, muchos alzarán su voz para reclamar. Febrero, 176 años después de la Independencia Nacional, se la lucirá.