Este viernes 22 de septiembre se cumplen 25 años del paso por República Dominicana de aquel devastador huracán Georges, que dejó centenares de muertos, miles de heridos y cuantiosas pérdidas económicas.
Georges fue la séptima tormenta tropical, el tercer huracán y el primer huracán de categoría 4 de la temporada de huracanes del Atlántico de 1998. Este ciclón tropical tocó el suelo nacional y se desplazó sobre él con vientos de hasta 200 km/hora, lluvias intensas y prolongadas que causaron crecidas y desbordamientos de ríos y represas en las regiones Este y Sur.
Como saldo final del paso del huracán se cuentan 283 muertos (cifras extraoficiales establecen que los fallecidos sobrepasaron los miles), 1,053 heridos, 146 desaparecidos y 263,724 damnificados.
También el fenómeno afectó a 112 puentes en todo el país, de los cuales solo 56 eran recuperables. Unos 1,435 centros educativos resultaron dañados y 60 mil viviendas en todo el país.
En el sector de la salud, aunque los daños estructurales no fueron tan significativos, la pérdida de equipos y los costos indirectos para la atención de la emergencia en la etapa aguda y posteriormente al desastre han sido estimados en 235 millones de pesos dominicanos. En términos globales, la CEPAL estima en unos 33.000 millones de pesos (US$ 2193,4 millones) los daños totales causados por el Georges.
Los planes de emergencia no fueron activados durante la amenaza del huracán Georges y las medidas preventivas no fueron tomadas, debilitándose la posibilidad de una reacción pública adecuada. Sin embargo, en la etapa de la emergencia y después del desastre, en el sector de la salud, la Secretaría de Estado de Salud Pública, con el apoyo de instituciones nacionales y organismos internacionales, asumió el liderazgo de las acciones para mitigar los daños a la salud y la prevención de las enfermedades y brotes epidémicos, entre otros.
Las acciones del Gobierno, la participación ciudadana, el aporte económico y de recursos humanos por la comunidad internacional y por el sector privado contribuyeron a una rápida recuperación en los sectores productivos, las comunicaciones, la energía y el turismo, y a resolver los problemas sociales que representan miles de refugiados instalados en las escuelas, iglesias, campamentos, instalaciones deportivas y otros refugios transitorios, la recuperación de las tierras de cultivo y el aumento de la producción en los rubros que componen la canasta familiar.
Además de los grandes daños que causó, el huracán mostró la dura realidad de la pobreza extrema, la falta de coordinación nacional, institucional e interinstitucional y dejó importantes lecciones que aprender para afrontar con mayor éxito futuras catástrofes.
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