LONDRES. EFE. Treinta años después del nacimiento de la primera niña probeta, Louise Brown, la ciencia reproductiva se enfrenta a nuevos retos para reducir la infertilidad y conseguir que los futuros bebés procreados en el laboratorio crezcan libres de enfermedades.
Louise Joy Brown llegó al mundo la noche del 25 de julio de 1978 en la localidad de Oldham (norte de Inglaterra) para demostrar que la técnica de fecundación in vitro era exitosa y para felicidad de sus padres, que llevaban nueve años intentando tener descendencia. En estas tres décadas, la medicina reproductiva ha avanzado de la mano de la genética a pasos agigantados, a veces entorpecidos por legislaciones restrictivas y dilemas morales.
Desde 1978, alrededor de cuatro millones de niños han nacido gracias a técnicas de reproducción asistida, según publica la revista científica británica «Nature».
El subdirector del Centro de Investigación Príncipe Felipe de Valencia y jefe del Laboratorio de Reprogramación Celular, Miodrag Stojkovic, explicó que los mayores retos en la investigación en este campo son la obtención de gametos a partir de células madre y el desarrollo del diagnóstico genético de preimplantación.
En una entrevista telefónica con Efe, el experto indicó que si se consiguieran espermatozoides y óvulos en el laboratorio a partir de células madre, el número de parejas incapacitadas para tener hijos descendería y la edad de los progenitores podría aumentar.
En cuanto al diagnóstico genético de preimplantación, una técnica que analiza los embriones para seleccionar aquellos libres de enfermedades hereditarias, apuntó que es necesario aumentar los indicadores conocidos de las dolencias genéticas, que son unos 40.
Esta práctica, ya regulada en la legislación en algunos países, como el Reino Unido y España, ha suscitado controversia porque abre la veda de selecciones genéticas relativas a rasgos que no afectan a la salud, como el color de los ojos o la complexión física.
Sin embargo, aún existen problemas tangibles en la reproducción asistida que no se han solventado, como es la baja tasa de embarazos exitosos tras la implantación de los embriones en el útero materno.