A 55 años del tiranicidio

A 55 años del tiranicidio

Hoy se cumplen 55 años del tiranicidio que fulminó la vida del generalísimo Rafael Leónidas Trujillo, efemérides convocante a una reflexión con “resonancia magnética” ciudadana.
Insisto en sostener que la principal derivación favorable al país del magnicidio es que abrió los grifos de la disidencia, y cada uno de los dominicanos podemos expresarnos sin temor, saltando los escollos ominosos del Consejo de Estado (1962-63), el Triunvirato que presidió Donald Reid Cabral (1963-65), y los llamados 12 Años del presidente Joaquín Balaguer (1966-l978).
Esos tramos grimosos de nuestro turbulento tránsito republicano donde las deportaciones, cárceles, torturas y muertes desaparecieron cuando el PRD asumió el poder con el presidente Antonio Guzmán (1978-82), el presidente Salvador Jorge Blanco (1982-86) e Hipólito Mejía (2000-04), y que ha honrado el PLD en los gobiernos de Leonel Fernández y Danilo Medina.
Las libertades individuales han resultado el gran triunfo ciudadano post-magnicidio, y su exceso ha degenerado en el permisivismo, la irritante tolerancia, el “laissez faire”, en que los gobiernos incurren en la conducta censurable de tolerar que todos hagan lo que quieren sin respetar las leyes más elementales, el tránsito y la Ley 36 de Porte y Tenencia de Armas de Fuego que debe reformarse para que exclusivamente se permita la tenencia, nunca el porte, a nadie que no sean policías y militares en servicio.
El desborde del permisivimo ha generado una delincuencia peligrosa, donde nadie se atreve a transitar unas cuadras a pie, por temor a un asalto, y en ese contexto espeluznante, la canalla le sobrepasa al monopolio de la autoridad para acorralar los desmanes a la ciudadanía indefensa.
Es la percepción del principal reto del permisivo con el crimen del presidente Danilo Medina, conforme al sondeo de El Caribe del 24-05-16.

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