A Baby Mejía: desde todas las trincheras (2 de 2)

A Baby Mejía: desde todas las trincheras (2 de 2)

MARÍA ELENA MUÑOZ
Si bien era cierto que la caída de la cabeza de la Dictadura, había marcado el principio del fin de una Era, como lo expresamos en nuestra entrega anterior, también lo era que la maquinaria trujillista estaba intacta y para desarticular la lucha debía continuar con más fervor que nunca, asumiendo vertientes inesperadas en el marco de una movilidad social sin procedentes, en la historia política dominicana. Al compás de apasionadas consignas de ¡Libertad de los Presos Políticos y el Regreso de los Exiliados!, que enarbolaban las flamantes agrupaciones populares surgidas al calor del despertar democrático, las puertas de las cárceles se abrían y los cielos se cubrían de los pájaros de acero que transportaban a los desterrados de la barbarie decapitada, con su carga abarrotada de sueños.

Cientos de exiliados entre ellos Baby, respondieron prontamente al llamado de su corazón y al de la vehemencia irreductible de las masas para emprender el combate de la destrujillización paso previo al restablecimiento de la democracia, aquella la representativa. Esta conquista era suficiente, para los grupos más conservadores de la cosmovisión política nacional, para los más progresistas era apenas el inicio de una estrategia más larga y difícil, basada en un Proyecto de justicia social, que estrechara la brecha que separa los pocos ricos y la inmensidad de pobres.

La Agrupación Política 14 de Junio, (1J4) se identificó con esta propuesta ideológica, que promovían entonces los Movimientos de Liberación Nacional, que proliferaban en Latinoamérica por efectos de la Revolución Cubana. A estos se adherían con frenesí, gran parte de la juventud liberal de todo el sub-continente, como sucedió aquí con la citada parcela catorcita, que aglutinaba además, a la mayoría de los integrantes del desmantelado movimiento clandestino del 60. De este núcleo surgieron los altos cuadros dirigentes, como fueron entre otros, luchadores históricos de la talla de Manolo Taváres, Leandro Guzmán, Juan Miguel Román, Fidelio Despradel y Baby, quien desempeñó varias funciones, tal la de Presidente de la Juventud y otras que surgieron luego en razón del proceso.

En relación a esto último y en pos del desarrollo político de la entidad catorcita, Baby viaja a varios países del mundo socialista, a beber de las experiencias revolucionarias de aquellos, viendo cristalizados sus esfuerzos al fundar a su regreso el Buró Militar de la misma, entre otros logros. El dotar de un brazo armado a la entidad catorcita fue un hecho trascendente en la estructura organizativa de aquella, ya que con el, esta asumía realmente su rol de Movimiento de Liberación Nacional, pues este organismo era el que la podía conducir a tomar el poder por la vía de las armas, estrategia suprema de estas tendencias.

Sin embargo, yo creo que el aporte de Baby en el ámbito militar del 1J4, trasciende esa organización de orientación izquierdista, porque a la luz de interpretaciones objetivas que ofrece la historiografía científica, podríamos observar que el mismo ha incidido en momentos determinantes del proceso político contemporáneo de nuestro país. Por ejemplo, pensamos que si el 1J4 -entre otros factores a considerar- hubiese tenido un brazo armado organizado y preparado, para enfrentar todas las eventualidades que ameritaran el uso de la violencia rebelde, la masacre de las guerrillas del 1963, no se hubiera producido dentro de circunstancias tan dolorosamente trágicas, como sucedió. Acción armada que surgió como respuesta revolucionaria de esa organización al golpe de Estado con que las fuerzas oscurantistas locales derrocaron el Gobierno de Juan Bosch, frustrando así, el primer ensayo democrático después de la caída de la Dictadura.

Tal convicción arraigada en su conciencia fue lo que llevó a Baby al llegar al país de su segundo exilio en esa ocasión en Cuba, donde le sorprendió la novedad del citado alzamiento guerrillero, con su final funesto; que él decidió fundar junto a otros valiosos compañeros tal Homero Hernández, el mencionado Buró Militar. Final que él vivió en carne propia, el cual no le impidió en última instancia, subir a la montaña, para ver si todavía se podía hacer algo, en función de ese espíritu incansable y aguerrido, que lo llevó a desafiar el impedimento de entrada que pesaba sobre él, y la oposición del gobierno de La Habana a un regreso dentro de circunstancias tan adversas y altamente riesgosas.

La historia como pudo comprobarse después, le dio la razón a este combatiente heroico desde todas las trincheras patrióticas, desde aquellas citadas por la democracia y la justicia social y muy especialmente desde aquellas del honor del 1965 por la soberanía nacional; donde su Proyecto Militar jugó un rol determinante. Porque fue el buró militar del 1J4, el que se alió a sectores importantes de los oficiales constitucionalistas desde finales del 64, a despecho de las altas instancias políticas de aquella entidad, que no creían en un principio en ese Plan. Algo sobre lo que yo y miembros de esa unidad podemos dar testimonio, porque tanto en nuestra casa como en las de ellos, se hacían reuniones al respecto.

También fue el Buró Militar del 1J4 el que primero dio el frente con la rapidez, decisión y eficacia necesarias en todas las contingencias beligerantes y por tanto inesperadas que se plantearon tanto en el marco de la guerra civil, como de la nacionalista, luego que llegaron los 42,000 marines yankees. Porque este dispositivo estaba preparado para proveerse aceleradamente de armas tanto por las vías normales o por las no convencionales. Además fue por esa razón, por la que el compañero Baby pudo organizar rápidamente los legendarios Comandos Móviles, que como su nombre lo indica, pudieron estar en los frentes de guerra más encarnizados, con una enorme capacidad de desplazamiento, con todo tipo de armas, especialmente las pesadas, como la calibre 30, 50, 70, etc; instalada en unidades motorizadas que se movían con gran rapidez para estar presente, sin vacilar, en el momento de la acción por más porfiada, desigual y violenta, que fuese.

Ejemplos nos desbordan, pero recordamos entre otros no menos importantes, las batallas del Puente Duarte, los fieros combates con el Centro de Enseñanza Fuerzas Armadas (CEFA) y en otros sitios de las alturas insurrectas de la ciudad donde los combates como aquellos de mediados de junio de dimensiones apocalípticas dirigidos a enfrentar “La Operación Limpieza” implementada por los invasores, la toma de la Fortaleza Ozama y aquel antológico e inigualable enfrentamiento, donde Baby saliera herido al lado de los cuerpos acribillados por la metralla imperial, de otros dos titanes de la guerra el Comandante, amigo y compañero Juan Miguel Román y el Coronel Rafael T. Fernández Domínguez en el asalto al Palacio Nacional, bastión simbólico de la epopeya que cubrió de gloria aquella primavera insurrecta de abril y a los hombres y mujeres que la protagonizaron y allí participaron, como el Comandante Rogelio -el nombre de guerra de Baby- a quien dedicamos estas líneas que intentan retomar el panegírico que pronunciamos recientemente ante sus restos mortales. Estos que al entrar a la casa eterna, cual paradójica redundancia lo llevan a la inmortalidad, como la que recoge en un verso el inmenso Manuel del Cabral, que interpreto así: “Hay hombres tan grandes, tan grandes que mientras su cuerpo va más bajando, su nombre va más subiendo”.

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