A buscar los justos equilibrios

A buscar los justos equilibrios

Tras el impacto inicial  de las propuestas impositivas  del Gobierno emergió el diálogo con partes interesadas y han comenzado  a barajarse alternativas. Se puede afirmar que la sociedad, y de manera especial los  consumidores,  aceptarían darle al Fisco  la oportunidad de ajustar  tributos y mejorar ingresos pero con dos salvedades: que el Estado   gaste con transparente responsabilidad sin costos excesivos como los del parqueo recién inaugurado en la UASD, y sin echarle más leña a  la inflación con el  diferencial escalonado a combustibles que debe ser sustituido ya  por tributos a ingresos personales y corporativos  altos.

El acuerdo con los bancos comerciales, que aun preocupados por el efecto del   impuesto  de 1% a los activos financieros, se entendieron con las autoridades acortando su duración,    es  una buena muestra de conciliación. Otras entidades  como las de apuestas y  las   empresas extranjeras con buenos   dividendos podrían aspirar a una acomodación salomónica, pues  la realidad de la economía obliga a pedirles algún sacrificio. Se habla de la necesidad de cambiar el modelo económico que no funciona bien porque la acción  recaudadora oficial  se concentra en  el consumo y en el cobro adelantado de presuntas utilidades, entre otros factores. Entonces  los negocios de demostradas ganancias    – y cuyo éxito no podrían  negar- no deberían  gritar  y patalear más de la cuenta si los cambios urgidos  comienzan por enfocarse en sus capitales.

Persistencia de la inequidad

La dañina práctica -tolerada por autoridades- de habitar orillas de ríos y cañadas en condiciones de  vulnerabilidad, denuncia a  este país  como zona de agudizada inequidad. Una demostración de que la economía ha crecido sin que el poder ni los poderosos se propusieran reducir la exclusión de manera significativa. Los asentamientos en zonas bajas, contaminadas por los propios asentados y los vertidos cloacales e industriales, deben ser impedidos con efectivas gestiones gubernamentales; con gastos  que eviten que el Estado  siga apareciendo ante el mundo como  empeñado en saltos de ingeniería urbana sin mirar hacia acuciantes  miserias. Los objetivos más imprescindibles  para la sociedad  han sufrido   desprecio.  Invertir más de 800 mil pesos  (inexplicable costo por unidad de parqueos en la UASD) para situar  autos a la sombra es un acto inhumano si tantos miles de familias habitan en lodazales, casi como  cerdos.

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