A casi 50 años de construida

A casi 50 años de construida

POR  DOMINGO ABRÉU COLLADO
El año que viene esta carretera va a cumplir 50 años de construida y sigue siendo la carretera de mejores condiciones de la República Dominicana. Esta vía va desde “El Aceitillar” hasta el puerto de Cabo Rojo, en Pedernales. Aunque fue transitada durante unos 20 años por los camiones más pesados que han llegado al país, los “Euclides”, cargados con toneladas de bauxita para ser llevada al puerto de Cabo Rojo, ha permanecido como la vía más sólida e incorruptible que se haya construido en el país.

Actualmente es la vía utilizada (casi solamente) para el acceso hasta el Centro de Recepción del Hoyo de Pelempito, donde se encuentra un albergue con mirador, un área de picnic y una zona de acampamiento construidos por la Secretaría de Estado Medio Ambiente y Recursos Naturales.

Pero además, esta carretera en sí misma es un atractivo, puesto que se trata de lo que puede ser considerado ya como un monumento a la solidez de una construcción, aparte de lo apacible de su transitar, puesto que en muchos puntos esta carretera se abre por desfiladeros cubiertos de bosque, y en otros puntos se puede ver toda la parte llana costera de Pedernales, contemplándose la playa de Cabo Rojo y parte del Parque Nacional Jaragua.

Terminando la carretera, la que atraviesa distintos niveles de temperatura según se asciende, se llega hasta el Parque Nacional Sierra de Bahoruco, y desde su final se puede caminar hacia dentro de los pinares que caracterizan este parque.

Temprano en la mañana y al final de la tarde, esta carretera es un largo mirador de aves. Pero además, hay un lugar con ese propósito antes de llegar al Centro de Recepción de Pelempito. Es uno de los pocos sitios desde donde se puede admirar el majestuoso vuelo del guaraguao.

SE LES ACABÓ LA PAZ

El lugar que habían habilitado en la carretera Sánchez la empresa E. León Jimenes y el Ayuntamiento del Distrito Nacional, junto con el Jardín Botánico y la Secretaría de Medio Ambiente, y que habían nombrado “Profesor Eugenio de Js. Marcano” -en memoria de ese ilustre investigador de nuestra naturaleza-, y que además resultaba de bonancible tranquilidad para la gente que busca de ella, les resultó atractiva a un grupo de pajarazos que ahora arrancan para el sitio con enormes amplificadores para armar su fiesta particular sin importarles que el resto de la gente que está en el lugar solamente está ahí por el silencio que reina y por la posibilidad de alejarse del escándalo que tiene en la ciudad su principal antro de proliferación.

Según nos cuentan personas que frecuentan el lugar porque encuentran en el sitio la paz que ha desaparecido en casi toda la ciudad, los avechuchos en cuestión llegan con su música a toda pastilla, abren las puertas del vehículo para que nadie escape a la agresión, se instalan en los bancos con botellas y vasos, y arrancan a su fiesta particular de vociferar, gesticular, admirarse unos a otros (¿o a otras?), moverse “en swing” para allá y para acá, y hacer todo lo posible por llamar la atención de la gente que esté en el lugar.

Normalmente no hay mujeres con ellos -según los denunciantes-, como para que no les roben el show, puesto que el propósito es llamar toda la atención sobre sí, aún tengan que rivalizar con la luna, el mar y el oleaje juntos. Suponen algunos que el grupo de ruidosos “se dan su perico” o su éxtasis en otro lugar y llegan al sitio a botar el arrebato.

Aparentemente las personas que cuidan el sitio o no interpretan el escándalo de estos antisociales como una agresión al sitio y su ambiente, o reciben alguna dádiva para que se hagan de la vista miope ante sus juergas.

DIZQUE QUITARON AL TIPO

Dizque quitaron al carajo que con apoyo del ex secretario de Obras Públicas colocó los cambumbos éstos a todo lo largo de varias carreteras sin que públicamente se dijera cuales eran los propósitos para su instalación.

Y como no se sabe cuales eran las razones para clavar en medio de nuestras principales carreteras semejantes monstruosidades, parece que todo quedará en la más cerrada incógnita, aún siendo la más abierta desfachatez jamás erigida en carretera alguna del mundo. Porque es que no se ha visto en ninguna parte del mundo que alguien instale decenas de amenazantes artilugios en medio de carreteras importantes sin que ni autoridades ni empresas digan públicamente cuáles son los propósitos de su instalación.

Imagino – porque no nos queda otra cosa que imaginar-, que el nuevo Secretario de Obras Públicas mandará a remover estas vainas, que no solamente afean las carreteras, sino que además son un peligro ominoso, porque de sólo mirarlos ya la gente se azara y corre el riesgo de accidentarse.

Incluso, si la gente de la Defensa Civil lo pensara un par de veces, recomendaría inmediatamente su remoción, puesto que en épocas de huracanes estos disparates pueden resultar arrancados por los vientos y convertirse en proyectiles de bárbaro efecto.

A mi juicio – que no tiene por que ser considerado como el mejor de los juicios- los aparatos de marras éstos, sólo le servirían a la gente de Al-Qaeda o a los grupos chiítas o cualquier-vaina-itas para la colocación de explosivos en venganza por el envío de tropas dominicanas a Irak. Explosivos con capacidad para rompernos las carreteras en 10 ó 20  puntos y dejarnos más paralizados que el proyecto de La Ciudad del Niño de Corporán.

¿SE PERDIERON PARA SIEMPRE?

Oye, ¿y se habrán perdido para siempre esos terrenos que eran de Agricultura? No solamente que eran de la Secretaría de Agricultura, sino que eran para el trabajo de agricultura, para la investigación de la agricultura, y para la producción agrícola de muchísima gente de los campos de San Cristóbal.

Estos terrenos, que a todas luces han sido sustraídos al beneficio público, fueron declarados (quien sabe con qué derechos) por el Ayuntamiento de San Cristóbal dizque de uso público, para pasar luego a repartírselos entre los funcionarios y partidarios del pasado gobierno.

Los terrenos que se ven en la foto están al oeste de la carretera que lleva a La Toma, a poco de llegar al sitio conocido como “La Suiza”, y son los terrenos que quedan de la ocupación que de ellos hizo el antiguo Secretario de Agricultura Tito Hernández, de la época de Balaguer.

En realidad, estos terrenos son dignos de mejor suerte. Mucho mejor si se dedican a la agricultura, pues son de las tierras llanas más ricas que había en todo el pie de monte centro cordillerano de San Cristóbal.

Pero además, ¿por qué razón hay que permitir la repartición de botines frente a la misma cara de la gente? ¿Por qué causa hay que permanecer impasible ante el desmembramiento y apropiación de la cosa pública, de las propiedades más antiguas del pueblo? ¿Por qué argumento legal hay que dejar que lo robado sea tranquilamente disfrutado?

La “repartición democrática” de los bienes de la población parece ser la única doctrina que conocen nuestros partidos políticos, quienes al final de cada período “recogen cosechas” que nunca sembraron, aunque estén a la vista de todos, al borde de las carreteras.

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