A Claudio lo asesinó el sistema

A Claudio lo asesinó el sistema

Por designio de la vida en apenas dos meses hemos perdido a dos grandes y valiosos revolucionarios. El primero en marcharse fue Hamlet Hermann, quien resultó víctima de un aneurisma, y recién se nos fue Claudio Caamaño.
En el primer caso poco se podía hacer, en el segundo fue distinto porque Claudio no recibió a tiempo las debidas atenciones médicas y fue necesario trasladarlo a cuatro clínicas distintas para recibir la asistencia que, evidentemente, llegó tarde.
No vamos a abundar sobre la precaria situación del Sistema Nacional de Salud ni a buscar responsables personales de la desgracia que hoy embarga a la familia Caamaño y a quienes tratamos y apreciamos a Claudio.
Pero debe sacudir la conciencia nacional que un héroe de la patria muera a consecuencia de un accidente de tránsito tras andar de clínica en clínica gravemente herido sin encontrar asistencia médica oportuna y adecuada.
Un guerrero de mil batallas, del arrojo y prestigio de Claudio Caamaño, no debió sucumbir ante las deficiencias, negligencia y comercialización del sistema de salud. Eso no debió pasarle a él, ni debe pasarle a ningún ciudadano dominicano.
Resulta paradójico que lo que no pudieron las tropas interventoras norteamericanas en la revolución de abril, donde recibió 12 heridas en distintas situaciones de combate, ni el ejército en la guerrilla de Playa Caracoles, lo pudo el sistema de salud dominicano.
Por eso duele doblemente su muerte, y porque era un hombre decente, valiente, cariñoso con su familia y un ejemplo de trabajo que dejando de lado sus lauros de héroe nacional, trabajó con amor las fecundas tierras banilejas hasta los últimos días de su existencia.

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