A conciliar en bien de la salud

A conciliar en bien de la salud

El Ministerio de Salud Pública y el Colegio Médico Dominicano han retornado a la mesa de negociaciones. El diálogo que tienen por delante debería servir para conciliar posiciones, no solo para las cuestiones laborales y salariales, sino fundamentalmente para articular un sistema de mejor atención para la salud de la población. Era juicioso volver a las negociaciones, pues continuar el método de lucha aplicado por los médicos era contradecir sus propios argumentos de cuestionamiento a las atenciones sanitarias que daba el Gobierno.
Las dos partes deben procurar que las nuevas rondas de conversaciones redunden en ganancia de causa para ambos. Para eso solo hay que enfocar como objetivo fundamental el alcance de la excelencia en el servicio asistencial, y que éste, a su vez, esté bajo la responsabilidad de personal médico adecuadamente pagado y ajustado a horarios de servicio previamente convenidos. Ninguna de las partes puede olvidarse de las reivindicaciones de los pobres que están obligados a recurrir a los hospitales.
Que avance esta nueva ronda de diálogo en un ambiente de la mejor voluntad decididas a una conciliación tanto satisfactoria para las partes, como gananciosa para quienes, a final de cuentas, son el destino de los buenos o malos servicios que brinden los hospitales. Hay que trabajar por un pacto satisfactorio y definitivo.

Una JCE ajena a la partidocracia

Han sido suficientes las pruebas reunidas durante la vida democrática, para concluir que aunque los partidos son -o deberían ser- soportes de la democracia y la solidez institucional, tienen influencia muy negativa cuando llevan sus cuadros a dirigir instituciones normativas de la democracia. A través de los años, la politización de la Junta Central Electoral ha surtido efectos perjudiciales para la institucionalidad de la democracia.
Por eso es que, aún a sabiendas de su posición dominante en el Congreso, el PLD debe ser el primero en resistir la tentación de seleccionar políticos de alguna manera comprometidos con partidos, que deben responder a líneas de acción o que sucumban ante sus ambiciones personales. Nuestra democracia necesita una Junta Central Electoral totalmente ajena a la partidocracia.

 

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