TUCSON, Arizona, EE.UU. Durante las casi dos horas que tardó en morir en Arizona un condenado a muerte la semana pasada, los encargados de la ejecución le inyectaron 15 veces la cantidad de sedante y analgésico que se proponían usar originalmente.
Según documentos difundidos el viernes, los registros entregados a los abogados de Joseph Rudolph Wood indican que se le administraron midazolam e hydromorphone en incrementos de 50 miligramos 15 veces entre la 1:53 p.m. y las 3:45 p.m., para un total de 750 miligramos de cada droga. Se comprobó su muerte a las 3:49 p.m. después de jadear más de 600 veces mientras yacía sobre la mesa de la ejecución.
El protocolo de ejecución de Arizona dispone 50 miligramos de cada droga, aunque algunos estados usan hasta 500 miligramos de midazolam.
“Son cantidades asombrosas de medicación”, afirmó Karen Sibert, anestesista y vocera de la Sociedad de Anestesistas de California. Sibert, profesora adjunta en el Centro Médico Cedars-Sinai, dijo que los pacientes que son sedados antes de una operación quirúrgica reciben regularmente no más de 2 miligramos de cada uno de esos dos fármacos. “Sería raro que yo usara más de 2 miligramos aun para una operación prolongada”, dijo Sibert. “Si es la cifra referida, es absolutamente una dosis letal”.
El abogado de Wood, Dale Baich, dijo que la dosis revela por qué es necesaria una investigación independiente sobre la ejecución de Wood por parte de una autoridad no gubernamental.
}“El protocolo de ejecución de Arizona estipula explícitamente que el prisionero será ejecutado utilizando 50 miligramos de hydromorphone y 50 miligramos de midazolam”, dijo en una declaración escrita. “Los registros de la ejecución difundidos hoy por el Departamento Correccional de Arizona (DCA) indican que el protocolo de drogas experimentales no funcionó como prometía. En vez de una dosis como requiere el protocolo, el DCA inyectó 15 dosis separadas de la combinación de drogas, lo que resultó en la ejecución más prolongada de que se tiene memoria”.
La ejecución de Woods el 23 de julio renovó el debate sobre la pena de muerte y la eficacia de la inyección letal. Fue la tercera ejecución trabajosa en Estados Unidos en lo que va del año. Un condenado en Ohio jadeó durante casi 30 minutos en enero. Otro en Oklahoma murió de un ataque cardíaco en abril, minutos después que las autoridades correccionales pararon la ejecución porque las drogas no eran administradas adecuadamente.