El Dr. Rafael Alburquerque goza de mi simpatía. Hijo de un militante cívico ejemplar, quien padeció las persecuciones de Trujillo, fue de los primeros dirigentes estudiantiles del postrujillismo, que luego destacó como abogado laboral con fama bien ganada de hombre serio.
Alburquerque fue estrecho colaborador de Juan Bosch en el PRD y primer Secretario General del PLD, hasta que entró en contradicción con el caudillo, quien lo hizo salir de esa organización política. Después organizó un conato de Partido del Pueblo, del cual lo rescató Joaquín Balaguer al nombrarlo Secretario de Trabajo de su Gobierno en el período 1990-1996; y desde el 2004 es Vicepresidente de la República del Dr. Leonel Fernández, al que ha servido como presidente del Gabinete Social, a cargo de los programas Solidaridad y similares.
Rafael aspiró a la Presidencia de la República, señalando que continuará la obra de su jefe, cuyo gobierno está totalmente desacreditado, e inundó el país con afiches en que se proclama el hombre al que le sobra experiencia, honestidad y autoridad, aunque no explica porqué estas cualidades tan importantes no ha podido utilizarlas en su partido y gobierno.
Entonces Alburquerque, para levantar opinión en su favor, hace de dama ofendida por un comentario del ex presidente y candidato del PRD Hipólito Mejía de que algunos beneficiarios del programa Solidaridad mal utilizan la ayuda que reciben, por lo que pretende eliminar ese programa, aunque Hipólito reiteró que ampliaría ese programa que nació en su gobierno.
La realidad es muy testaruda y deja mal parada al frustrado candidato. No más basta revisar la prensa del 16 de junio del 2004, es decir, dos meses antes de la toma de posesión de su nuevo gobierno, para ver una reunión de eufóricos dirigentes del PLD, en la que anunciaron con bombos y platillos la estrategia de buscar votos con los planes sociales. Así, tendrían un verdadero ejército electoral, con la integración de 300,000 miembros a la defensa del voto, que venían trabajando en 250,000 padroncillos de 20 electores.
El gobierno del PLD ha creado 200,000 nuevos empleos, la construcción de viviendas lujosas y miles de cargos diplomáticos inútiles para los dirigentes de esa organización política y sus aliados, incluidas nominillas de militantes y empréstitos, para que definan estructuras, métodos y fines para organizar en cada colegio al pueblo en apoyo al gobierno de cara a las elecciones congresuales y municipales del 2006 y que el gobierno favorezca a los peledeístas que trabajaron duramente la campaña a través del apoyo que dará el Estado a las pequeñas y medianas empresas. Es cierto que todos los partidos al llegar al poder tratan de ubicar a sus dirigentes en posiciones, pero el PLD llegó al colmo en ese campo
La realidad dejó cortos a esos planes. Casi todo el presupuesto nacional, no solo los planes sociales, se ha dedicado a satisfacer el apetito insaciable de los peledeístas. Al Vicepresidente le sobra experiencia, honestidad y autoridad porque no ha podido utilizarla para moderar el abuso de los recursos del Estado.
Por eso repetimos el viejo adagio jurídico: a confesión de parte, relevo la pruebas.