A días de las elecciones, Washington se blinda por miedo a disturbios

A días de las elecciones, Washington se blinda por miedo a disturbios

El sonido del martilleo, de un taladro y un serrucho en acción: he ahí la banda sonora de la capital estadounidense a pocos días de la elección presidencial.

El fin de semana, gran número de tiendas en el centro de Washington protegían sus escaparates con tablones de madera ante los temores a manifestaciones que podrían surgir durante o después de la jornada electoral del martes.

Equipos de trabajadores se desplegaron en cada esquina, rodeando los edificios de oficinas en el «Downtown D.C.», en una señal del nerviosismo que se vive en todo el país a medida que se acercan los comicios. 

En caso de una carrera reñida y resultados retrasados, algunos temen escenarios catastróficos en los que los partidarios de ambos candidatos saldrían a la calle para exigir la retirada del oponente, o incluso tomar las armas. 

Y el presidente Donald Trump, que busca un segundo mandato, no tranquilizó los ánimos al negarse repetidamente a dejar claro si, en caso de ser derrotado el 3 de noviembre, cedería pacíficamente el poder.

– «Más vale prevenir» –

Sean Anger, gerente de obras para una empresa de la cercana ciudad de Maryland, dice que ha estado ocupado construyendo barricadas en al menos 20 edificios en los últimos días. Un servicio que cuesta miles de dólares.

«Hicimos esto en el momento de los disturbios de hace unos meses», recuerda, mientras sus colegas clavan grandes paneles que confeccionan a la medida de las vitrinas.

Durante la primavera boreal, estallaron en Washington y otras ciudades estadounidenses grandes manifestaciones antirracistas, algunas de las cuales estuvieron marcadas por la violencia y resultaron en saqueos. Muchos de los blindajes que están siendo instalados ahora habían sido retirados hace sólo unas semanas.

«Tuvimos una ventana rota la primera noche de las protestas. Hubo daños en toda la calle», recuerda Kosta Abatzis, dueño de una tienda de ropa de hombre ubicada a una cuadra de la Casa Blanca. 

«Odio ver esto», dice delante de las grandes placas de madera, «pero es mejor que tener que pasar por todo el procedimiento de reemplazar» una ventana a través de la compañía de seguros. 

Alexandre Provenzano, propietario de una peluquería cercana, también se queja: «Dejamos puestas las tablas durante dos meses y ahora voy a tener esto hasta enero, para la toma de posesión (del presidente). Así es como voy a pasar las fiestas» decembrinas.

«Es muy difícil trabajar en estas condiciones, ni siquiera se puede ver el nombre de mi salón», subraya. A pesar de todo, «más vale prevenir que lamentar».