A Dios rogando y con el mazo dando

A Dios rogando y con el mazo dando

POR VICENTE MARTÍNEZ HEREDIA
En esta Semana Santa, los que en Cristo hemos creído y seguimos creyendo, tenemos un llamado a la reflexión para conseguir una conversión interior de corazón.

Somos pecadores, por cuanto hemos sido destituidos de la presencia de Dios. Y todo ser debe buscar a  diario el encuentro con Dios, ya que Él, por amor nos ha creado.

Somos suyos por medio de Cristo, quien por amor se entregó en la cruz, haciéndonos hijo de Dios a través de su sangre derramada en el calvario.

Es por eso que en esta Semana Santa, que termina este Domingo de Resurrección, nosotros y quienes van a dirigir nuestros cabildos  y el poder Legislativo, deben ser grandes instrumentos del bienestar divino, destacándose así como buenos líderes que dirigen una nación.

En principio, la promesa de salvación sólo era para el pueblo de Israel, que es el designado como el de la promesa. Pero por medio de la Sangre derramada por Cristo en el calvario, somos verdaderos hijos de Dios, quien quiere que seamos parte de su Reino de Gloria. Su deseo ha sido éste, que seamos todos uno. No sería para Dios esta tarea difícil, ya que si a Él nos acogemos, no nos quedaremos  defraudados.

El egocentrismo y el individualismo tienen que desaparecer para que nuestro pueblo no quede hundido en la miseria humana, ni en la violencia, mucho menos en la delincuencia, ya que estas conductas propias de un individuo determinado, genera un malestar social, impidiendo así un crecimiento para nuestro pueblo.

Esta debe ser una semana de llamado a nuestra conciencia, ya que por carecer de un amor verdadero a Dios o por no tratar por lo menos de alcanzarlo, nos divide de nuestros hermanos y de lo que nos necesitan.

Empecemos a  hacer penitencias: callando nuestra boca, porque de la abundancia del corazón es que se habla, por lo que, lo que hace daño no es lo que entramos, sino lo que sale de ella.

Empezar a dar: lo que hace tu mano derecha que no lo sepa la izquierda. Se deben cumplir todos los mandatos divinos. El reino de Dios es que vivamos en paz con el Él, con uno mismo y con todos los demás. A Él sea la gloria por los siglos de los siglos.

Por eso es que no recomendable que en estos días cometamos excesos. Todo debe realizarse con límite y respeto. Conociendo nuestras debilidades seremos más fuertes con su ayuda divida,  para así, acabar con los males de nuestro pueblo. No estamos solos. Acordémonos que el otro, que es mi hermano, tiene los mismos derechos que yo.  Pidamos por los que solo siguen a “san dame” y no sirven a “san toma”.

¡Que Dios nos bendiga, nos proteja y nos guarde de todo peligro! Derecho de igualdad nos dio con el libre albedrío, que debe ser bien manejado con ayuda divina.

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