A Don Cuchito, maestro y gran amigo

A Don Cuchito, maestro y gran amigo

Al iniciar los años 70, siendo apenas un mozuelo, ingresé al diario El Caribe con enormes deseos de consolidar el ejercicio de la profesión. Venía de “quemar” etapa en el cautivante oficio de la comunicación radial.

No me fue difícil, sin embargo, transmitir ideas junto a un equipo profesional entregado en cuerpo y alma a las tareas de comunicar, con sobrada experiencia y firme compromiso con la sociedad dominicana.

Don Mario Álvarez, a la sazón director ejecutivo del matutino, constituyó desde entonces para mí un faro de orientación a través del cual canalicé ansias de investigar y expresar.

De temperamento jovial y abierto, solidario y cooperador, Don Cuchito representó para el periodismo una invaluable fuente de consulta.

Su amplio dominio de los temas políticos y deportivos los puso siempre al servicio de la colectividad. En todo cuanto escribía dejaba la impronta de sus enormes experiencias y vivencias.

Aún resuena en mis oídos su fuerte voz en la Redacción del entonces matutino de El Conde, jugándole una chanza a un compañero, en la que quedaba implícita una enseñanza.

Fue un periodista fuera de serie, amigo leal y padre ejemplar. A todos cuanto le trataron tendió su mano franca y desinteresada.

No marcó nunca diferencias por cuestiones de raza o simpatía política; defendió por igual el interés nacional y los derechos ciudadanos.

Se entregó al diarismo con pasión hasta sus últimos días.

Porque eso fue Don Mario Álvarez Dugan: Un gran ser humano y profesional.

¡Descansa en paz,  maestro!   

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