A don Hipólito Mejía

A don Hipólito Mejía

MANUEL A. GARCÍA SALETA
Caramba, don Hipólito, usted da la impresión de haber olvidado totalmente que nació, se crió y se hizo adulto en la República Dominicana y que en consecuencia es un ciudadano legítimo de esta nación y por lo tanto usted está en la obligación de quererla, respetarla, ayudarla, beneficiarla y protegerla, sin tener en cuenta las luchas políticas y los intereses de partidos a los cuales usted pertenece.

Con su actitud, usted no le está haciendo daño al presidente Leonel Fernández, ni al PLD, ni a los funcionarios buenos o malos que dirigen los destinos del país; usted a quien realmente está perjudicando es a su patria primero, y después a todos los dominicanos, que asciende a alrededor de 9 millones.

Usted, ni ningún dominicano tienen derecho, motivos ni razones para ofenderla en la forma que usted lo está haciendo, tratando de provocar un colapso económico como el que su gobierno provocó, sin tener en cuenta las consecuencias fatales que esa situación pueda promover.

Don Hipólito, cálmese, no se precipite, que al fin y al cabo este gobierno está trabajando para corregir y enderezar los problemas económicos que dejó su gobierno, y sabemos que la responsabilidad de esa situación no fue solamente suya sino la de un grupo de funcionarios que se aprovecharon de su actitud como el «Guapo de Gurabo», se reían a carcajadas de su vocabulario, plebeyo y a veces grosero, para congraciarse con usted, que demostró una solidaridad impresionante con sus amigos, tolerándoles cosas peligrosísimas, como fueron los nombramientos de ayudantes civiles y asesores económicos de narco traficantes, que no eran compatibles con un gobierno democrático como supuestamente usted había decidido realizar.

Todo el mundo sabe que usted era un hombre sano y bonachón, pero se rodeó de gente malas y perversas, no todas, pero la mayoría y los resultados fueron catastróficos para el país y para todos los dominicanos que creyeron en una mejor vida, especialmente para los pobres y desamparados que ambulan sin orientación y sin esperanza por una vida mejor.

Trate de ayudar, y no perjudicar en estos momentos, don Hipólito, que la nación no resiste más daños ni maldades.

Cuando le lleguen esos impulsos piense en estos amigos de todos los dominicanos a los que tenemos que venerar por su sacrificios y dedicación a crear un patria digna, independiente y soberana, acuda a ellos que lo ayudaran a superar esta situación: Duarte, Sánchez, Mella y Luperón lo dieron todo sin exigir nada.

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