¿A dónde conduce la hipoteca de nuestra nación?

¿A dónde conduce la hipoteca de nuestra nación?

El anuncio que el déficit presupuestal para el 2011 será financiado con endeudamiento soberano reafirma la resistencia y falta de voluntad y capacidad del Gobierno para superarlo dentro de una disciplina fiscal sustentada en ahorro interno.

Pero habría que preguntarse el porqué financiadores seguirían adquiriendo papeles soberanos con la complicidad de organismos internacionales, ante una nación cuyos déficits internos y externos ya han sobrepasado lo justo y razonable: por impedir la capacidad de inversión social y por aproximarse hasta la  hipoteca de la soberanía económica nacional.

Hoy la sumatoria de gastos corrientes y servicio de la deuda externa e interna sobrepasan las recaudaciones, lo que significa que el Gobierno no puede realizar inversión alguna con recursos propios para atender necesidades sociales y requerimientos de  producción. Cerca de la mitad de las recaudaciones se destinan al servicio de la deuda y el resto a cargas fijas, cuando en otros tiempos se invertía la mitad de lo recaudado.

El déficit en la cuenta corriente en la balanza de pagos es estimable en US$4,000 millones para este año, el cual sería financiado con inversión extranjera, endeudamientos, errores y omisiones y disminución de reservas.

Como las inversiones directas disminuyeron un 33 por ciento en este primer semestre, los endeudamientos tuvieron que incrementarse en US$1200 millones en igual período.

El endeudamiento del Gobierno con la banca nacional alcanzó en julio los RD$65,000 millones.

El sistema de bonos internos avanza tan vertiginosamente que hace apenas cinco días, y en uno solo, se adjudicaron RD$6,500 millones con tasas de hasta el 15.7%, lo que atrajo US$775 millones en inversión de cartera.

Lo anterior produjo que la deuda pública ya alcance un nivel de US$ 14,000 millones, dos veces superior del observado apenas tres años atrás sin contar los RD$ 230,000 millones depositados en el Banco Central.

Con el agravante de que ese  endeudamiento ha financiado un gasto  perjudicial a nuestra economía como son subsidios para cubrir ineficiencias y concentración de riqueza en sectores como el eléctrico o para disminuir nuestra capacidad de emprendimiento fomentando ocio y dependencia a través de subsidios.

Habría que preguntar qué se persigue con ésta complicidad internacional en hipotecar la nación. Si maniatar nuestras autoridades hasta convertirlas en prisioneros del endeudamiento; si condenar a nuestra población a perpetuar su pobreza para mitigarla con subsidios reforzadores de la dependencia y el clientelismo.

O a propósitos más aviesos, como los que originaron la ocupación militar a principios del siglo pasado, o al condicionamiento de la voluntad nacional a determinada fórmula de tratamiento del problema haitiano.

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