A dos años de su partida

A dos años de su partida

El próximo lunes 8 de septiembre, se cumplirán, exactamente, dos años desde el repentino fallecimiento del gran escultor dominicano Gaspar Mario Cruz. En vista de mi  directa conexión  con una serie de  ciertos “casos pendientes”  enfocados hacia la necesaria conservación, puesta en valor y proyección de su excepcional producción simbólica,  resulta justo el instante, no sólo para evocar su memoria, obra y vida coherentes,  sino también para reclamar nuevamente, ante las instancias y autoridades competentes, la urgente resolución  de algunos de estos casos en favor de la  consideración merecida por el más puro, depurado y exitoso exponente del arte sacro dominicano de la modernidad,

Como se recordará,  en la que sería una de sus últimas apariciones públicas, la noche del martes 9 de agosto del 2005, Gaspar Mario Cruz compartió vital y emotivamente en el Museo del Hombre Dominicano con motivo de la apertura de su exposición-homenaje titulada: “Ritos, Juegos y Danzas”, organizada por el Museo de Arte Moderno y la Secretaría de Estado de Cultura en el marco de la XXlll Bienal Nacional de Artes Visuales.

La mayoría de las obras de aquella muestra fueron  reunidas gracias al préstamo del coleccionista José Muñoz, quien, en virtud de un mandato del artista que data desde  mediados de los años 80s, y a través de Ultimo Arte S. A., tiene el encargo de  levantar un  inventario universal de sus creaciones originales; el derecho de establecer los criterios de reproducción o explotación de dicha producción; la responsabilidad de expedir certificados de autenticidad a los propietarios temporales de las obras, así como de proyectar y difundir el trascendental patrimonio artístico y cultural legado por el maestro.

Después de asumir generosamente el embalaje y transporte de las obras, más una parte considerable de los gastos de la original instalación museográfica realizada por el reconocido artista  Orlando Menicucci y la Arquitecta Ingrid González, la única petición que  hizo el respetado ingeniero y coleccionista a cambio del préstamo al Museo de Arte Moderno fue la edición de un catálogo en que registrara las piezas, los textos críticos y otros detalles del montaje museográfico.

En los días siguientes a la apertura de su muestra en el MHD-en el mismo contexto de la XXlll Bienal-, el insigne artista acudió  entusiasmado al Auditorio del Museo de Arte Moderno con motivo del homenaje a Porfirio Herrera, a quien también estuvo dedicada la Bienal. Luego, estaría entre nosotros, casi siempre recluido en su hogar de Villa Mella,  durante un año y un mes, pero jamás llegaría a  ver publicado el catálogo de su ultima muestra en vida.

Y es que las razones para la  no publicación de ese catálogo que cubriría  también el ciclo de exposiciones paralelas a la  Bienal, siguen  siendo, si no un caso digno de seguimiento, por lo menos un verdadero “misterio” que ni siquiera- estoy seguro-el mismo autor de las magnificas puertas de la Catedral de Santiago Apóstol (1989), intentaría “resolver” o descifrar, si estuviera vivo u oficiando su poderosa magia entre nosotros. Pero la realidad es el bochorno  que cubre el ambiente artístico local por este caso a la deriva. 

Aunque en la gramática burocrática de  factura popular  se dice que “pendiente”  es como decir “bien frisao”, aquí se impone consignar las diligencias de Maria Elena Ditren, directora del Museo de Arte Moderno, quien sin esconder la pena cada vez que tocamos este tema del catalogo esperado, ha persistido  durante más de tres años-e insiste todavía- ante las instancias ejecutivas de la Secretaria de Estado de Cultura para que asignen los recursos financieros necesarios  a fin de dar terminación  al proceso de su diseño y edición. Precisamente, la pasada semana, luego de exponerle  el caso del catalogo de Gaspar Mario Cruz, a través de una breve conversación telefónica,  el mismo Secretario de Estado de Cultura, Lic. José Rafael Lantigua,  se mostró sumamente  dispuesto a “resolver” el caso. 

Esta es la misma disposición del Ingeniero José Muñoz.  La unidad hace la fuerza, pero bajo el signo de la dispersión el tiempo se pierde. Entonces, a ver si esta vez no nos olvidamos del maestro y se le cumple lo prometido, aunque sea a los dos anos de una breve ausencia que es eterna presencia. 

Gaspar Mario Cruz nace en San Francisco de Macorís(1925).

Desde los doce años de edad elabora figuras de santos con barro modelado.  A principios de los 40s comienza a tallar la madera.

En 1948 se traslada a Santo Domingo e ingresa en la Escuela Nacional de Bellas Artes.

En 1956 gana el Primer Premio de Escultura de la VIII Bienal Nacional de Artes Plásticas con su obra “Llanto de Baquiní”. En 1957 ingresa al cuerpo docente de la Escuela Nacional de Bellas Artes y al siguiente año obtiene nuevamente el Primer Premio de Escultura de la  IX Bienal con su talla en caoba titulada “Amantes”.

En 1985, como Presidente del Colegio Dominicano de Artistas Plásticos, organiza el Primer Simposio Iberoamericano de Escultura en la Galería-hoy Museo- de Arte Moderno. En este evento comparte experiencia con artistas internacionales como Nancy Craves(USA), Estuardo Maldonado(Ecuador), Pablo Rubio(Puerto Rico), José Resende y Marco Alves Do Valles(Brasil), Armand Vaillacourt(Canadá), Pedro Barreto(Venezuela), Ennio Iommi(Argentina) y reconocidos críticos de arte como Luís González Robles(España), Helene Lasalle y  Gastón Diehl(Francia), Raquel Tibol(México) y Bélgica Rodríguez(Venezuela). En 1989 la Magna Asamblea de la Asociación Internacional de Artistas Plásticos, adscrita a la UNESCO, lo elige en Madrid como Presidente de Honor.

La  presencia ausente de la personalidad ejemplar e impecable de Gaspar Mario Cruz, no solo se siente en el ambiente artístico y cultural de dominicano de la actualidad, impactando silenciosamente a sus familiares, amigos, colegas y mecenas; a quienes tuvieron la oportunidad de compartir  ideas, proyectos,  experiencias; de  tratarle de cerca en distintas épocas o a través  de más de medio siglo de intensa y fructífera actividad creadora, sino también que, con su partida física, la practica escultórica tradicional, la condición humana y la misma condición artística, pierden ahora a uno de sus más grandes exponentes y defensores en el plano internacional.

En síntesis

No olvidemos al maestro

La unidad hace la fuerza, pero bajo el signo de la dispersión el tiempo se pierde. Entonces, a ver si esta vez no nos olvidamos del maestro Gaspar Mario Cruz, un verdadero maestro, y se le cumple lo prometido, aunque sea a los dos años de una breve ausencia que es eterna presencia.

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