A Duarte, Bosch y Hessel, en homenaje

A Duarte,  Bosch  y  Hessel,   en  homenaje

Ellos nacieron en una misma tierra, en una misma patria, bajo el mismo cielo, en los inicios de dos siglos convulsos, terribles, auspiciosos, rebeldes: el XIX y el XX. Dos momentos en que emergieron los imperialismos que marcaron sus épocas : el napoleónico y el del Tío Sam, pero también tiempos de revoluciones, de independencia, de restauración, de luchas contra el neocolonialismo.
Como descendientes de inmigrantes, ellos llevan el sello del multiculturalismo y la diversidad cultural. Los viajes por el mundo iluminaron sus mundos, sus universos. Pero su mayor sello, su más imborrable huella fue la de la libertad, la de la soberanía del espíritu, la de la liberación de la conciencia.
Por eso, el uno y el otro, representaron en su día y en su tiempo, las aspiraciones, los sueños, los anhelos de su pueblo. Y a ambos les correspondió sembrar en tierra dominicana el árbol de las libertades, de la dignidad, de la ética, del decoro, contra las tiranías sin ejemplo de la dominación extranjera y del sátrapa que convirtió a todo un país en una empresa personal.
El compromiso con el destino de su pueblo los convirtió en perseguidos, en reos, en víctimas, condenados en contumacia. Como ha ocurrido con muchos de los grandes de la historia que han dedicado su vida en favor de la liberación. Uno, preso en la Fortaleza San Felipe de Puerto Plata, y luego desterrado de la patria, ¡oh, ironía!, acusado de traidor, por el que nos entregó a España y fusiló patriotas. El otro, prisionero en la Torre del Homenaje, de la Fortaleza Ozama, y en la temible cárcel de Nigua, con apenas 25 años. En la Torre escribió ese himno al amor y a la libertad : La Gaviota.
Con diferencia de un siglo, ellos acudieron al llamado de la patria y la conciencia , en las dos epopeyas más altas en cada siglo: el uno, desde su exilio en Venezuela se presentó en los escenarios de la Guerra de la Restauración, para cumplir la misión que se le encomendara. El otro, desde su destierro en Puerto Rico, concibió y dirigió políticamente el movimiento constitucionalista para restaurar el gobierno y la Constitución de 1963.
Ellos crearon organizaciones como trincheras, y las dirigieron. Verdaderos conductores de pueblos. Paradigmas por dentro y por fuera.
En Europa crecía, en abril de 1976, la revolución de los claveles en Portugal, para liberar a ese pueblo de la larga dictadura; ya antes, en esa extensión de abril, que es el mayo primaveral, se habían incendiado de sueños, con el mayo del 1968, las calles de París y de otras capitales emblemáticas del mundo.
En República Dominicana tenemos nuestro abril, el de 1965, que de movimiento cívico-militar para reinstaurar la Constitución mancillada y a un presidente democrático, visionario y honesto, se transformó en revolución constitucionalista y, casi inmediatamente después, en Guerra Patria, en defensa de la soberanía usurpada.
Bosch fue siempre un hombre de rupturas; a propósito del libro «Indignaos», de Stéphane Hessel, podríamos considerarlo el primer indignado de la historia literaria dominicana. Hessel ha escrito, además, «Comprometeos», lo cual nos hace reflexionar en la idea de que Bosch no solo se indignó: dio un paso al frente, puso manos a la obra de transformar la realidad. Aquí, nuestro tributo a su obra y su pensamiento. Se indignó Bosch frente a la pobreza, la explotación de su pueblo, la miseria, la que representó en sus cuentos y primeros textos, la violencia intra-familiar, fue indignado en Río Verde, frente a la explotación de los campesinos y labriegos de las fincas.
Los cuentos venezolanos son parte de su legado de indignación por la discriminación, la xenofobia, el terror y la anulación de culturas, de manos de la colonización. Bosch fue muchas cosas, fue profundamente duartiano, martiano, hostosiano…
Todo eso, porque ellos creyeron en la democracia, la ejercieron, la democracia entendida como liberación social y económica.
Hace unos años, también se nos fue Stephan Hessel, el padre de los indignados, que tantas luchas y movilizaciones ha generado en el mundo. Ya en la primera mitad del siglo XIX, Juan Pablo Duarte se indignó y se comprometió. Un siglo después, Juan Bosch, otro gran indignado y comprometido.
Dos siglos después de su nacimiento y de los cincuenta y cuatro años del ascenso de Juan Bosch al poder; Duarte, Bosch Hessel siguen siendo referentes, antorchas para el presente y para el porvenir.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas