A EEUU le aguarda un aterrizaje semi-forzoso

<p>A EEUU le aguarda un aterrizaje semi-forzoso</p>

POR SAMUEL BRITTAN
Casi la primera pregunta que me hicieron cuando empecé a escribir sobre economía política fue: “¿Va a haber una recesión en Estados Unidos?”. Si uno sigue la definición popular de dos trimestres consecutivos de caídas en el producto interno bruto, la respuesta más probable sería “no”. La última vez que esto ocurrió fue hace 16 años, en el verano de 1990-91.

Un punto de vista más complejo es el que aporta el National Bureau of Economica Research. Cualquier periodo en el cual la actividad económica esté subiendo, se trata como un vuelco positivo y un periodo en el cual esté bajando, se trata como una recesión. La actividad parece que significa la presión de la demanda sobre el suministro-ahora, a veces, se le llama “otuput gap”, la brecha en la producción.

El buró emplea una variedad e indicadores para determinar los puntos de viraje y, en ocasiones, cambia su criterio, o demora un fallo. Con su definición de recesiones son cortos, con promedio de 10 meses en el periodo de post-guerra, mientras que las expansiones promedian cerca de cinco años. La última recesión que registró empezó en marzo de 2001, y terminó ocho meses más tarde. No sorprendería que declarara un pico del ciclo cercano al fin de 2006. Pero hasta la metodología del NBER tiene sus limitaciones. Es indiferente, por ejemplo, a la profundidad de cualquier recesión, o el alcance, diferente de la duración, o de cualquier recuperación.   ¿Y sobre el dólar? Como señala Liverpool Investment Letter, de Patrick Minsford, la deuda externa neta de EEUU apenas ha cambiado durante las últimas dos décadas y media, a pesar de grandes déficits en los pagos. Esto dista mucho del criterio de consenso de que EEUU necesita un cambio estructural de crecimiento basado en el préstamo de los consumidores hacia el crecimiento enfocado en la inversión y exportaciones netas, un cambio que pocas veces se ha logrado sin una desaceleración económica. El con senso entre los pronosticadores internacionales está a favor de un aterrizaje suave. Esto significa un periodo de descenso en el crecimiento en EEUU de 3%-4% a digamos 2% anual, con parte del golpe asumido por una aceleración en Europa y Japón.

Muchos pronosticadores se ponen a raya al decir que los riesgos están en el lado negativo. El riesgo interno más importante que se cita con frecuencia es el mercado inmobiliario. El gasto de los consumidores estadounidenses representa más de 20% del PIB, y una nueva sacudida en la vivienda todavía podría hacer impacto en la economía mundial. Sin embargo, hasta ahora el mercado inmobiliario ha sido el perro que no ladró, no solo para EEUU, sino para países anglófonos, como el Reino Unido y Australia. el gasto de los consumidores en estos países se ha desacelerado, pero no se ha detenido.

Lo más interesante es el hecho que destaca Andrew Balls, de Pimco, que los exportadores de petróleo han asumido el papel de los países asiáticos como los componentes más importantes de la superabundancia de ahorro global. También señala que el miedo por China es exagerado. Con todo y su rápido crecimiento, en dólares, la economía de China todavía no es mucho mayor que la del Reino Unido. 

Si los países exportadores de petróleo continúan depositando estos excedentes en EEUU, podrían posponer todavía más la muy pronosticada crisis del dólar. Si, por otra parte, tratan de desplazar parte de sus reservas a la eurozona, el euro podría apreciarse más y complicar la recuperación en marcha de Europa.

No hay dudas de que los europeos se verían presionados por EEUU para que siguiera una política más expansiva, como han estado en casi todos los últimos años. Ya han tenido una respuesta adelantada de Jean-Claude Trichet, el presidente del Banco Central Europeo, en el boletín mensual del BCE de diciembre donde dice: “Después de varios años de un fuerte crecimiento monetario, la situación de liquidez en el área del euro es amplia según todas las formas de medición plausibles.” Esto apunta a “riesgos en la estabilidad de los precios en los plazos medio y largo”. La valoración es bastante correcta y aplicable también al Reino Unido, como reconociera el Banco de Inglaterra, con un incremento en las tasas, que se decidió probablemente por un voto mayoritario.

Nada de lo anterior significa que Europa pueda escapar de una desaceleración mundial. Cualquiera que dude que la inflación y la recesión pueden coincidir, solo tienen que echar un vistazo a la “estanflación” de los años 70, o la experiencia de América Latina durante siglos. Ben Bernanke, el presidente de la Reserva Federal, estará reacio a iniciar recortes en las tasas de interés, hasta que esté confiado en que las expectativas inflacionarias están bajo control y que no solo están siendo compensadas por una posible sacudida de corta duración en los precios del petróleo y las materias primas.

Todo esto se vuelve insignificante comparado con las repercusiones de un golpe de Israel contra Irán, del cual a EEUU le sería muy difícil apartarse. Un ataque de esa naturaleza tendría que producirse dentro de los próximos dos años, mientras el presidente George W. Bush esté todavía en la Casa Blanca. “Esto es improbable, pero no como una posibilidad tan remota como parece pensar el mercado”. Estas palabras no provienen de un académico cascarrabias o de un periodista que está buscando un titular, sino que aparece en un estudio realizado por la muy respetable firma internacional bancaria ING.

Al final, mi pronóstico “mas probable” es un aterrizaje semi-forzoso; digamos, un promedio de crecimiento en EEUU de 1% en 2007-08, que puede no equivaler a una recesión, según la definición popular, pero que aún sería bastante desagradable.
VERSION AL ESPAÑOL DE IVAN PEREZ CARRION

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