A fondo

A fondo

La Procuraduría General de la República ha hecho muy bien al disponer que se investigue a fondo, hasta las últimas ramificaciones y consecuencias, las circunstancias reales en que naufragaron y murieron decenas de viajeros que pretendían llegar ilegalmente a Puerto Rico en una frágil embarcación que estuvo al garete varios días.

Los testimonios de uno de los sobrevivientes dan cuenta de que muchos de los viajeros, que protestaron por la incomodidad del viaje, fueron arrojados al mar por los tripulantes de la yola, que los despojaron previamente de calzado y ropa. La mayoría de los que corrieron esta suerte fueron devorados presumiblemente por los tiburones, ante la vista atónita de los demás viajeros, que permanecieron tranquilos para evitar que también se les arrojara al agua.

Por demás, el mismo sobreviviente dijo que personal de la Marina de Guerra se encargó de acomodar a los «pasajeros» antes de la partida y que cobraron a los tripulantes de la embarcación una gruesa suma de dinero por el «permiso» de salida y por sus servicios.

Inclusive, se ha denunciado que muchos de los sobrevivientes que fueron recluidos en hospitales tras ser rescatados, habrían recibido amenazas de los organizadores de la expedición, para que no revelaran la realidad de la tragedia y las circunstancias en que supuestamente naufragaron. Hay razones para sospechar que los organizadores de la expedición jamás tuvieron intención de llegar a Puerto Rico, como habían convenido con los viajeros, que pagaron sumas considerables por el «pasaje».

-II-

Desde que se informó que una yola con 79 personas abordo había quedado al garete, se inició, según las autoridades navales locales, una intensa búsqueda en el litoral oriental del país. Extrañamente, nada localizaron las embarcaciones que rastrearon amplias zonas.

Llama la atención de que los náufragos fueran localizados por dos pescadores que debieron tener mucho menos recursos que las embarcaciones militares que emprendieron la búsqueda.

Hay testimonios en el sentido de que a la yola se le acabó el combustible y uno de sus tripulantes fue recogido por otra embarcación, en plena mar, para supuestamente reabastecerse.

La impresión que queda es que la yola fue dejada el garete una vez que los pasajeros pagaron los importes acordados como «pasaje» para ser llevados a Puerto Rico.

Hay motivos para sospechar que había en todo una actitud criminosa, homicida, quizás desde el momento en que zarpó la embarcación por las costas de Nagua. Hay testimonios que indican que ninguno de los viajeros murió de inanición en la yola, mientras la misma estaba al garete, y que las muertes fueron provocadas por tripulantes que golpearon y arrojaron al mar a sus víctimas después de quitarles todo lo de valor que llevasen encima. Y hay motivos para creer que había alto grado de complicidad de miembros de la Marina de Guerra.

Aunque algunos de los tripulantes fueron llevados a tierra junto a sobrevivientes, es extraño que no se les arrestó desde el primer momento, aún cuando varios de los pasajeros los identificaron ante las autoridades como organizadores de la expedición.

En fin, hay sobrados motivos para una profunda investigación y para que sean desempolvados los expedientes de otras tragedias que, como la que comentamos, trajeron luto a muchas familias. Hay que hacer justicia.

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