¡A gastar los chelitos!

¡A gastar los chelitos!

POR MARIEN A. CAPITAN
A pesar de que la economía me aburre tanto como un juego de Monopolio o un mal partido de fútbol, básket o pelota, el día que salió en el periódico la famosa propuesta de la reforma fiscal decidí que era hora de interesarme en el tema. No entendí mucho, la verdad, porque la propuesta no hace más que proponer, modificar y eliminar artículos del Código Monetario, un instrumento que aún no he tenido la oportunidad de descifrar (lo intentaré, lo juro, y de hecho me estoy preparando mentalmente para ello).

A pesar de que la reforma no me decía demasiado, algunas de las cosas que se proponían me sonaban bastante familiares, ya que afortunadamente había trabajado unas declaraciones que hizo el economista Andy Dauhajre al respecto.

Entre las cosas que dijo, Dauhajre aseveró que este no es el mejor momento de ponerle un impuesto al ahorro, ya que eso podría generar que la gente termine de perderle el cariño a ahorrar en la moneda local (si es que algo queda de ese amor, agrego yo).

Visto el caso, y muy a pesar de las afirmaciones de Rafael Camilo, quien sostuvo que un 15% para los intereses bancarios de los individuos no es un porcentaje alto, he pensado seriamente en gastar los tres centavos que tengo en el banco.

Como mis chelitos son tan escasos que no vale la pena cambiarlos en dólares, me parece que sería una burrada dejarlos a merced de un sistema bancario que podría colapsar en cuanto se aplique el famoso impuesto. Porque, ¿a quién se le ocurre pensar que la gente, en un país que está al borde del precipicio y el caos, dejará su dinero en los bancos cuando le digan que tendrá menos ganancias?

Nadie, por nacionalista que sea, es lo suficientemente estúpido como para resistirse a la tentación de llevarse sus cuartos a alguno de los paraísos fiscales que existen por ahí. ¿Qué le darán menos dinero que aquí? Qué importa eso cuando tú sabes que tu dinero no corre ningún riesgo.

Mi caso es distinto. Ya dije, y lo repito, que no tengo lo suficiente como para convertirlo en moneda extranjera. Tampoco, porque no soy masoquista, deseo que mis pesitos se hundan en las aguas que nos ahogan: las de la devaluación y la inflación.

Esas aguas, contrario a lo que argumentan algunos, no bajarán en adelante. La razón, y vuelvo a esgrimir los argumentos de Dauhajre (disculpe por usar su discurso, pero es necesario), es que la nueva reforma fiscal no cubrirá el déficit cuasi fiscal del Banco Central, algo que es imprescindible para eliminar la inflación.

Esta aseveración no sólo responde a las ideas de Dauhajre, Jaime Aristy y los demás economistas que forman parte de la Fundación Economía y Desarrollo, lo he consultado con otros y, aunque le duela a muchos, me han dicho lo mismo.

Otras cosas que me han comentado es que el 15% de impuesto a los intereses recibidos por depósitos bancarios podría llegar hasta un 25% (dos interpretaciones de la reforma coinciden en ello), lo que bajaría la rentabilidad de los depósitos dominicanos todavía más (si un banco paga un 16% a un depositante, después de los impuestos le daría un 12%).

Si eso provoca que la gente se lleve el dinero, sucedería lo siguiente: que aumente la demanda de dólares, salgan capitales de los bancos y, por supuesto, del país. Por otra parte, quienes viven en el exterior podrían llegar a pensar que el 12% de interés real en pesos no es atractivo (la tasa es menor y hay un riesgo grande en el país a nivel económico), lo que haría que entren menos capitales del extranjero para invertir en nuestra banca. Si eso pasa, también habrá una menor oferta de dólares.

Si estas dos posibilidades se dan, y no hay condiciones favorables, la tasa de interés pasiva (la que recibe el depositante) podría subir y entonces la activa subiría más todavía, desincentivando a la producción privada.

En caso de que algunos depositantes deseen buscar mayor rentabilidad en el país, sacarían su dinero de la banca, lo que sería muy peligroso dadas las experiencias que tenemos en cuanto a los rumores bancarios. ¿Efectos? Habrá tasas de interés más elevadas, un tipo de cambio más alto y una inflación mayor.

El panorama, como ven, no suena alentador. Los ahorros, amigos, es mejor dejarlos donde están y sin gravar (yo, por lo pronto, ando buscando una nueva lap top).

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equipaje21@yahoo.com

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