A Juan Pablo Duarte, en su día

A Juan Pablo Duarte, en su día

Hoy lunes, los dominicanos debemos celebrar con júbilo el 196 aniversario del nacimiento del fundador de la República, Juan Pablo Duarte y Diez, máxima expresión del patriotismo, la entereza, el valor y la inteligencia para llevar a cabo la obra que para siempre nos dejó el gran hogar de todos que son estos 48 mil kilómetros cuadrados de isla y un  gentilicio que nos obliga permanentemente a tratar de preservarlo como motivo de orgullo. La historia también nos exige mantener vivos los recuerdos de su hazaña y de su ideario, tantas veces pisoteados por muchos individuos, de sus tiempos y de los posteriores, que  a Duarte deben la nacionalidad.

El Padre de la nacionalidad dominicana encarna la pureza y la gloria, pero también el martirio, pues la ingratitud, la ambición y persistencia de los enemigos de las causas nacionales resultaron  tremendamente eficientes en perseguirle e infligirle daños. Por eso murió en el exilio, pobre, triste y olvidado de muchos de sus contemporáneos. El   desprecio  -que hasta nuestros días llega- a su ejemplo y a los valores en que fundó su lucha  representa, deplorablemente,  un contexto que con frecuencia permite que prosperen en sus fines aquellos que en vez de servirle a la patria buscan servirse de ella.

¿Y dónde está el control sanitario?

El alerta lanzado por el Instituto de Protección al Consumidor sobre el expendio en Santo Domingo de productos alimenticios contaminados informa de la comprobación directa de una nociva práctica, al parecer generalizada: la falta de higiene en los almacenes de los centros de expendio, lo que facilita el contacto de las ratas con los empaques de productos que son puestos a la venta y que podrían diseminar la leptospirosis y su potencial mortalidad  entre consumidores.

Se trata de la persistencia de un mal común que expone al país como un sepulcro blanqueado en el que el progreso y la buena marcha de  los roles oficiales se queda a veces en apariencia. Más allá de la fachada de algunas  funciones públicas están las fallas o ausencias de protección a ciudadanos en cosas tan elementales como supervisar  la manipulación de artículos destinados al público. ¿Dónde está la inspección sanitaria? ¿Todavía existe? Puede dudarse. Aquellos que deben hacerla funcionar están demasiado ocupados diciendo que todo está bien.

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