BUENOS AIRES, (EFE).- Emanuel Ginóbili, el argentino proclamado campeón de la NBA por segunda vez con los Spurs de San Antonio, se ha situado en la consideración de sus compatriotas junto a los máximos ídolos deportivos de todos los tiempos, Juan Manuel Fangio y Diego Maradona.
El cinco veces campeón del mundo de automovilismo y el mejor futbolista argentino de la historia parecían hasta hoy inalcanzables en sus pedestales, pero «Manu», el mejor deportista de su país desde el comienzo del milenio, comparte ahora con ellos un sitial que los más optimistas dudaban que fuera ocupado por un tercero en el siglo actual.
Campeón de Italia, de la Copa de Italia y de la Eurocopa, dos veces campeón de la NBA, campeón olímpico y subcampeón mundial, el muchacho de la bonaerense ciudad de Bahía Blanca, cuna del baloncesto local, subyuga a los argentinos, independientemente de sus logros, por su estilo de juego forjado en el talento, la creatividad y la repentización.
«Manu», que cumplirá los 28 años el próximo 29 de julio, está logrando que los niños y jóvenes de su país intenten más que nunca jugar el balón con las manos en un ámbito en el que tiene infinitamente más valor hacerlo con los pies, y que el baloncesto tenga en la televisión, cuando él juega, tantos espectadores como el fútbol.
La frase «Ginóbili es Maradona», que han impuesto numerosos comentaristas locales en el medio de la parafernalia logarítmica que el baloncesto arroja en cada partido entre rebotes, asistencias, dobles, triples, minutos jugados, pérdidas y pisadas en la zona pintada, es todo un símbolo.
A los argentinos les resulta irresistible que un jugador con una apariencia física frágil frente a sus rivales se cuele triunfador entre gigantes morenos -que dan la impresión de ser invencibles- debajo de la canasta, o asista a sus compañeros con picardía callejera en los momentos de mayor voltaje en el juego.
«Manu» es ahora mismo el deportista del momento en su país. Hasta marzo pasado, según una encuesta encarga por el Gobierno a la consultora privada «Centro de Estudios de Opinión Pública», estaba tercero entre las personalidades actuales más representativas de Argentina, detrás del presidente Néstor Kirchner y de Maradona.
Pero más tarde los Spurs ganaron la conferencia oeste de la NBA con un alto rendimiento suyo, llegaron a la final contra los Pistons de Detroit, ganaron los dos primeros partidos en San Antonio, el quinto fuera de casa y, sobre todo, el séptimo y definitivo y nada resultó más atractivo para la afición que «ver a Manu» por la tele, con lo cual se obtuvieron cifras de espectadores nunca alcanzadas por el baloncesto antes y después de los Juegos de Atenas 2004.
Un doble de «Manu» tras un «slalom» entre sus adversarios, o un triple tienen un sabor parecido para sus compatriotas al plato fuerte de la historia del deporte argentino servido por el segundo gol de Maradona a los ingleses en México’86.
«La comparación con Diego me hace sentir infinitamente halagado», indicó cuando los propios comentaristas estadounidenses comenzaron a llamarle «el Maradona del baloncesto».
«Debido a mi edad, viví el fenómeno Maradona y sé lo que la gente siente por él. Si yo llego a ser sólo una parte de eso, no me lo puedo creer. Me viene la piel de gallina», agregó.
«Lo que sí sé es que dentro de cada actuación mía o cada logro hay un montón de gente que se alegra y me encanta. Eso llena mucho a cualquier deportista. Todo esto es muy fuerte. Adoro la idea de que un niño de mi país me vea y se diga a sí mismo que si yo lo he podido lograr él también puede hacerlo», afirmó.
«A mí me interesa no perder balones y tomar buenas decisiones», precisó recientemente Ginóbili, tras indicar que se siente confiado en su juego. «El hecho de que ahora tenga mucho más la pelota que en el primer año con los Spurs me hace sentir con más fe. Decidir en los momentos importantes me levanta la confianza», dijo.
Conducir coches como Fangio, regatear como Maradona y hacer prestidigitación con el balón y ganar ligas entre los creadores del baloncesto, como «Manu», pega fuerte en el corazón de los argentinos.